Desde hace ya varios años, los residentes de Tomakomai, en la prefectura de Akita (Hokaido, Japón) se han habituado a ver grandes osos pardos, parientes lejanos de los grizzlis norteamericanos, deambulando por las calles de su ciudad, que alberga a unos 175.000 habitantes en una de las zonas más despobladas del archipiélago japonés. Hidenobu Kataishi, jefe del departamento medioambiental de Akita, cree que la creciente despoblación de las zonas rurales de la isla de Hokaido, la más septentrional de Japón, está haciendo crecer el hábitat natural de los osos y de otras especies salvajes. Desde 2009 han muerto en la isla 24 personas en casi 880 ataques de osos.
Según las proyecciones oficiales, hasta 2045 Japón perderá el 16% de su población, con lo que pasará de 127 a 106 millones de habitantes hacia mediados de siglo. En ese lapso, la prefectura de Aomori, por ejemplo, perderá un 37% de su población. En 2018, la del conjunto del país se redujo ya en 450.000 personas. No existen antecedentes en la historia mundial de un envejecimiento tan brusco.
Una japonesa nacida en 1990 tiene hoy un 40% de posibilidades de no tener descendencia. La esperanza de vida ronda los 85 años. Los japoneses de mayor edad se concentran en zonas rurales, donde el 37% de los residentes tiene más de 65 años, un 10% más que la media nacional. Según el demógrafo japonés Hiroya Masuda, hacia 2040 habrán desaparecido por falta de gente 929 de los 1.700 municipios del país. Entre 2011 y 2016 ya 190 ayuntamientos fueron borrados del censo por carecer de habitantes.
El gobierno del primer ministro, Shinzo Abe, se ha propuesto aumentar la tasa de natalidad de 1,4 a 1,8 hijos por mujer en edad fértil aumentando las subvenciones a las guarderías y prolongando los permisos laborales por paternidad. Sin embargo, nadie cree ya en milagros reproductivos en un país que encabeza, con Suiza y España, la lista de los más longevos. Valores sociales más liberales, una alta renta per cápita, acceso universal a sistemas sanitarios de calidad y altas tasas de urbanización han terminado desincentivando la natalidad.
Las altas tasas de ahorro de los japoneses, la consiguiente caída del consumo y de la persistente tendencia deflacionista, que las políticas monetarias expansivas del Banco de Japón no han podido vencer, tienen causas demográficas.
Muchas localidades rurales japonesas intentan atraer a población joven ofreciéndole, entre otras cosas, viviendas y conexiones a Internet baratas. Pero la batalla está perdida de antemano sin políticas proinmigración, algo que Japón, el país de mayor homogeneidad étnica de la OCDE, descarta de plano. En 2016, Tokio solo concedió asilo político a 28 refugiados.
La Europa menguante
Italia tiene la población más envejecida del mundo después de la japonesa, con la que comparte una creciente reticencia a la inmigración, como demuestra la popularidad la retórica xenófoba del líder de la Liga y exministro del Interior, Matteo Salvini. Pero tampoco los políticos italianos –ni la Iglesia católica– saben cómo hacer subir la tasa de natalidad. Hace unos años, una campaña publicitaria oficial recordó a las italianas, que muchas veces dan a luz por primera vez frisando los 40 años, que sus relojes biológicos no dejaban de correr, un mensaje que las propias interesadas consideraron ofensivo.
En Alemania, la población activa alemana viene disminuyendo desde hace años y se espera que caiga de 54 a 47 millones hacia 2040. Y no es el único: 46 países de todo el mundo, incluidas Rusia y China, tienen hoy poblaciones menguantes. Y serán 67 en 2040.
Europa del Este va a duplicar su ratio de dependencia –es decir, la relación entre población activa y pasiva– de aquí a 2050. Según proyecciones del FMI, los 20 países que se encuentran entre los mares Báltico y Negro perderán el 12% de su población hasta 2050, con lo que su fuerza laboral se reducirá un 25%.
En 2050, 48 países –la mayoría en Europa, las Américas y el Sureste asiático– estarán por debajo de la tasa de natalidad de reemplazo (2,1). Alemania está en 1,4, seguida de Italia (1,4), España (1,4), Rusia (1,6), Reino Unido (1,78), Japón (1,4) y Corea del Sur (1,25). Francia (2,08) es la solitaria excepción.
Un fenómeno universal
China perderá hasta mediados de siglo unos 32,4 millones de habitantes, un 2,2% del total, con lo que ya en 2040 su población en edad de trabajar se reducirá en 114 millones. Según Tao Zhang, subdirector-gerente del FMI, la caída de la fuerza laboral global, su menor productividad y la consiguiente presión sobre las arcas públicas podría reducir un 1% el crecimiento mundial. Entre 2015 y 2100, Alemania y Corea del Sur perderán un 20% de su fuerza laboral y Japón un 22%.
Alemania y Francia están teniendo cierto éxito en sus políticas pronatalidad con generosos permisos de paternidad y más guarderías y servicios médicos infantiles. Entre 2006 y 2017, el número de niños menores de tres años en guarderías alemanas pasó de 286.000 a 762.000. En ese mismo periodo, la tasa de fertilidad de las alemanas subió de 1,33 a 1,57, con lo que ha superado a las de italianas y españolas y se ha equiparado a la media comunitaria.
Y aún así, según la ONU, hacia 2050 de cada 100 alemanes, 58 tendrán más de 65 años. La mejoría demográfica alemana se debe fundamentalmente a la inmigración exterior. En 2017, mujeres sirias dieron a luz 20.100 hijos en Alemania, frente a los 2.300 de 2014. Según el Instituto de Demografía de Viena, a la inmigración se debe la mitad del aumento de la tasa de natalidad alemana.
Desde 2010, 27 países han registrado caídas poblacionales del 1% o más. Hasta 2050 su número aumentará hasta unos 55, la mitad de los cuales sufrirán caídas de al menos el 10%. Para entonces, una de cada seis habitantes del mundo tendrán más de 65 años, frente a la actual relación 1-11.
En la Unión Europea y América del Norte esa proporción será del 25%. En 2018, por primera vez, los mayores de 65 años superaron a los menores de cinco a escala global. Según las proyecciones de la ONU, la tasa de mayores de 80 años se triplicará de aquí a 2050. No es casual. La expectativa de vida en Suecia pasó de 50 a 80 años entre 1886 y 2003, algo que a Corea del Sur le tomó la mitad de tiempo: entre 1950 y 2009.
Expectativa de vida al nacer, ambos sexos, 2020-2025/ONU
El Sur también envejece
En el hemisferio sur, con la solitaria excepción del África subsahariana, las cosas no son muy distintas. India, China –que representan juntas el 40% de la población mundial–, Brasil, Indonesia, México, Malasia y Tailandia están hoy ya por debajo de los niveles de sustitución.
Aunque América Latina está muy lejos de los inviernos demográficos de los países desarrollados, su tasa de fertilidad pasó del 2,6 en 2000 al 2,1 en 2010, y estará por debajo del 1,8 en 2030, por lo que la edad media del continente pasará de los 22 años de hace una década a algo más de 30 años para entonces. Esa cifra ya es de 28 años en México y de 31,6 en Brasil.
De cumplirse las previsiones, el crecimiento de la población potencialmente activa pasaría del 2,3% registrado entre 2003 y 2018 al 1,1% en 2030, lo que supone una caída del 52% en una variable que históricamente ha explicado el 80% del crecimiento económico de la región. Pese a que la expectativa de vida global pasará de 64,2 años en 1990 a 77,1 en 2050, los países pobres seguirán muy a la zaga de los desarrollados, con siete años de media menos en los casos más extremos.
¿Un planeta vacío?
Durante la mayor parte de la historia, la población mundial creció tan lentamente que casi parecía estática. Entre el año 1 DC y 1700, pasó de 200 a 600 millones. En 1800 alcanzó los 1.000 millones. Todo cambió con la revolución industrial, primero en Europa y EEUU y luego en el resto del mundo. En 1930 se llegó a 2.000 millones, en 1960 a 3.000 millones y en 1975 a 4.000. Desde entonces casi se ha duplicado, hasta 7.600. Según la ONU, llegará a 10.000 millones en 2100.
Pero las cifras brutas son engañosas. Dos libros recientes –The human tide, de Paul Morland, y Empty planet, de Darreel Brikel y John Ibbitson– sostienen que el envejecimiento global tendrá efectos medioambientales positivos al reducir la presión sobre ecosistemas frágiles. La contrapartida, advierten, es que nadie está preparado para afrontar sus otras consecuencias. El capitalismo es un sistema basado en el aumento constante de la producción de bienes y servicios. No está preparado para lidiar con perspectivas de crecimiento negativas. Una economía de mercado de crecimiento nulo es una contradicción de términos.
Moreland advierte que si China sigue la senda japonesa, tendrá menos de 700 millones de habitantes en la segunda mitad de este siglo, lo que inevitablemente repercutirá en su crecimiento. En 2015, China tenía cuatro veces más habitantes entre los 20 y 39 años de edad que Indonesia y Filipinas. En 2040 esa cifra se reducirá a la mitad.
Entre 1975 y 2010, la fuerza laboral china entre 15 y 64 años casi se duplicó, pero las draconianas políticas oficiales de control demográfico bajó la tasa de natalidad hasta menos de 2,1 en los años noventa. Hoy está en torno a 1,4. En Shangai y Pekín es menos de 1,0.
Entre 2015 y 2040, China perderá al menos 100 millones de personas en edad laboral. En 2040 un 24% de la población china, unas 325 millones de personas, tendrá más de 65 años, frente al 12% de la de India. Ese año, la edad media de China será de 48 años, frente a los 37 de 2015 y los menos de 25 en 1990.
La versión de la ONU
Según “The World Population Prospect 2019” de la ONU, que rastrea datos demográficos de 235 países desde 1950, en los próximos 30 años la población mundial aumentará en unas 2.000 millones de personas, lo que llevará el total a 11.000 millones hacia finales de siglo, cuando estima que dejará de crecer.
El mayor aumento se producirá en India, que en 2027 ya tendrá más habitantes que China. India y otros ocho países –Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y EEUU– representarán casi la mitad del crecimiento demográfico hasta 2050.
En 2040, Indonesia tendrá unos 300 millones de habitantes, frente a sus 260 millones actuales, y Filipinas unos 140 millones, más que Rusia.
Dividendos demográficos
Según escribe Nicholas Eberstadt en Foreign Affairs, por cada año que aumenta la expectativa de vida, un país aumenta su renta per cápita en un 4%. En 1990, la tasa de natalidad mundial era de 3,2, una cifra que cayó a 2,5 en 2019 y que será de solo 2,2 en 2050. Estados Unidos es uno de los pocos países desarrollados que tendrá dividendos demográficos, incluso si prosiguen en otras administraciones las políticas restrictivas de Donald Trump.
En 1850, EEUU tenía 23 millones de habitantes, 13 menos que Francia. Hoy supera los 330 millones, más que Reino Unido, Holanda, Alemania e Italia juntas. Entre 1990 y 2015 supuso casi todo el crecimiento demográfico del mundo desarrollado.
Entre 1950 y 2015, EEUU recibió casi 50 millones de inmigrantes, casi la mitad del total de la OCDE. Mientras que entre 2015 y 2040 su población de entre 15 y 24 años aumentará un 3%, en Alemania caerá un 23%, en Japón un 25% y casi un 40% en Corea del Sur.
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