En los próximos meses la UE debe encontrar los nombres de los que serán sus máximos representantes: el presidente del Consejo y el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad. Aprobado el Tratado de Lisboa en Irlanda, y a falta de la firma por los presidentes de Polonia y República Checa (cuyos parlamentos ya lo han ratificado), la UE trabajará a partir de 2010 con unas nuevas normas y estructuras institucionales. El objetivo es adaptarla a la realidad de una unión de 27 Estados y fortalecer su papel en el mundo.
Uno de los mayores cambios va a ser la política exterior de la Unión, que contará por primera vez con un cuerpo diplomático propio. “La figura del Alto Representante será la clave. Si de verdad queremos una política exterior funcionando en tres o cuatro años, necesitamos una gran personalidad al frente», afirmó Timothy Garton Ash en un debate sobre el futuro de Europa en la Brookings Institution (Washington). Para el profesor de Oxford, políticos como el ex primer ministro sueco Carl Bilt y, sobre todo, el ex ministro de Asuntos Exteriores alemán Joschka Fischer tienen el perfil adecuado. Europa debería sentirse ahora más segura y desarrollar un pensamiento más estratégico. Pero aunque el tratado facilitará una política exterior común, “sin voluntad política, nada es posible”, afirma Garton Ash.
En Estados Unidos, el resultado del referéndum Irlandés se ha recibido como una buena noticia. “Hay muy pocas voces en Washington, si es que hay alguna, que hoy no reconozcan la necesidad de una Europa fuerte”, señala Charles A. Kupchan, senior fellow en el Council on Foreign Relations. “El problema es que en este momento hay dos fuerzas contradictorias muy marcadas en la UE: una es la mayor agrupación de voluntad y capacidades que implica el Tratado de Lisboa; la otra, una simultánea renacionalización de la política que se está viviendo en todos los países miembros”.
En esta contradicción destaca Reino Unido, donde el líder conservador, David Cameron, ha asegurado que convocará un referéndum sobre el tratado si gana las elecciones de la próxima primavera. Según Garton Ash, el referéndum que debería convocarse pero al que ningún primer ministro británico se atreve debería ser preguntarle a sus ciudadanos: “Quiere que Reino Unido abandone la UE”. Tanto Ash como Kupchan coincidieron en la influencia crucial que Barack Obama podría tener sobre Cameron en cuanto a su posición europea. Kupchan recordó que en Irak, Afganistán, Irán, medio ambiente o la crisis económica, EE UU necesita una UE que funcione.
En un editorial titulado “Parto doloroso”, el británico The Guardian advertía a Cameron que tras la ratificación de Irlanda el mensaje era claro: “La UE se está organizando y la cuestión, una vez más, es si Reino Unido quiere ser parte de ella. La elección debería ser obvia”.