La política exterior turca está marcada por el proceso de negociación para su entrada en la Unión Europea, cuyos miembros se dividen entre los partidarios, como España, y los detractores, como Francia y Alemania, para quienes el futuro de Turquía pasa por un Acuerdo de Asociación Privilegiada. En este proceso, Ankara cuenta con el apoyo de la nueva administración americana.
Pero Turquía tiene otras prioridades: su relación con Estados Unidos, los lazos con Rusia o la política hacia el Cáucaso, Asia Central, los Balcanes y Oriente Próximo. Tras décadas de pasividad, Turquía se está convirtiendo en un país activo en esta región, donde sus políticas parecen debatirse entre dos visiones opuestas: el neootomanismo, defensor de una ambiciosa política regional en Oriente Próximo, y el kemalismo, que opta por la moderación y la precaución.
En el terreno energético, Turquía es un mercado dinámico y un puente natural entre los ricos países productores de hidrocarburos de Oriente Próximo, el norte de África, el Caspio y Rusia, y los sedientos mercados del Oeste y el Sur.
En el próximo número, Afkar/Ideas entrevista a Egemen Bagis, ministro turco de Asuntos Europeos: «Necesitamos a Turquía como fuente de inspiración, no sólo para Oriente, sino también para Occidente como puente y también como centro de paz, energía, comprensión y cooperación”. Como responsable de las negociaciones de la República de Turquía para su adhesión a la Unión Europea (UE), Egemen Bagis se encarga del que probablemente constituya el mayor reto y responsabilidad del país en el apartado de política exterior en la actualidad. Es también miembro del parlamento turco y vicepresidente responsable de Asuntos Exteriores del Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Su labor siempre ha estado orientada hacia la construcción de una Turquía más moderna, próspera y democrática, consolidando su papel como puente entre Europa y Oriente Proximo.