Uruguay celebra elecciones el 26 de octubre tras casi cinco años de mandato de su actual presidente, el carismático José Mujica. El límite constitucional impide a Mujica presentarse a la reelección, pero el mandatario se ha convertido en el símbolo de una época: la que ha visto a Uruguay consolidar su imagen como un rincón envidiable en América Latina. Aunque “la Suiza de Suramérica” siempre gozó de unos estándares de vida por encima de la media latinoamericana, Uruguay ha potenciado su atractivo y puntos fuertes durante los últimos cuatro años. El resultado es un país que, al contrario que su estrella futbolística Luis Suárez, vilipendiado por soltar mordiscos a diestro y siniestro, se ha convertido en un modelo a seguir.
En primer lugar la economía uruguaya, a pesar de la ralentización del crecimiento en la región, mantiene un buen ritmo. El crecimiento de 2014, estimado en torno al 2,8% del PIB, parece decepcionante tras el 4,4 de 2013. Pero en diciembre la economía uruguaya marcará doce años de expansión, con índices de crecimiento superiores a la media regional.
El despegue del país no parece flor de un día. La economía uruguaya se basa en las exportaciones agrícolas, y el sector lleva años aumentando su productividad. En un país con tres millones de personas pastan 12 millones de vacas. La cantidad de alimento que produce Uruguay era suficiente para alimentar a nueve millones de personas en 2005. Actualmente es suficiente para alimentar a 28 millones. El objetivo final, según el Banco Mundial, es 50 millones, un crecimiento que, además, se está logrando sin erosionar ni desertizar el suelo del país. Con una mano de obra altamente cualificada, Uruguay también ha encontrado un pequeño nicho en la industria del software: empresas como la multinacional india Tata Consulting Group tienen su sede para el mundo hispano en Montevideo.
Los gobiernos del izquierdista Frente Amplio (FA) han sabido combinar una gestión de la economía relativamente ortodoxa con nuevos programas de bienestar. El resultado es positivo: un país con índices decrecientes de desigualdad, y tasas de pobreza que se cuentan entre las más bajas de la región: 6% según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), solo por detrás del 5% de Argentina. En el Índice de Desarrollo Humano que elabora el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Uruguay ocupa el cuarto puesto, por detrás de Chile, Cuba y Argentina. El principal reto económico a tener en cuenta es la inflación creciente, que se encuentra en torno al 8%.
A pesar de los logros en el terreno del desarrollo, parte de la reciente popularidad de Uruguay es un reflejo de la de su presidente. La elección de Mujica, un antiguo guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, supuso un paso adelante para cerrar las heridas de un país que aún lidia con el legado de la dictadura cívico militar (1973-85). Lejos de adoptar un estilo divisorio, Mujica se ha convertido en una figura de unidad, reconocido tanto por la izquierda como la derecha por la austeridad con que vive. Giles Tremlett, columnista en The Economist y The Guardian, se pregunta si Mujica es el presidente más radical del mundo. Emir Kusturica, el legendario cineasta serbio, está terminando de rodar un documental del que considera “el último héroe de la política.”
La legalización del matrimonio homosexual ha hecho de Uruguay el segundo país latinoamericano y el duodécimo del mundo en adoptar esta decisión. La legalización del cannabis, convertido en un monopolio del Estado, también ha contribuido a modernizar la imagen de Uruguay. Al ser la decisión válida únicamente para residentes, el país no recibirá un influjo de turistas de marihuana, lo que hubiese complementado a y contrastado con los miembros de la jet-set que veranean en Punta del Este, haciendo del turismo otro sector clave de la economía uruguaya.
Mujica abandona la presidencia con una popularidad del 58%. A pesar de sus logros, la victoria del FA no puede darse por hecha. Tabaré Vázquez, candidato oficialista y presidente entre 2005 y 2010, lidera las encuestas con un 42% de la intención de voto. Su principal rival, Daniel Lacalle Poum del Partido Nacional, recibiría un 32% del voto, obligando a una segunda ronda de elecciones.