El país más extenso de África, y uno de los más diversos geográficamente, se independizó de sus colonizadores británicos y egipcios en 1956, y antes, durante y desde la independencia, Sudán ha estado sumido en batallas intestinas entre el norte – árabe y musulmán— y el sur, cristiano o animista. Ahora una puerta se abre para la esperanza. El acuerdo global de paz alcanzado en 2005 debe culminar el 9 de enero de 2011 con la celebración de un referéndum de independencia por parte de Sudán del sur. Sin embargo, no hay que pecar de ilusos. Es difícil que este referéndum acabe con los problemas en la región. El investigador Øystein H. Rolandsen analiza en el número de enero-febrero de Política Exterior el escenario en el que se desarrolla el referéndum de secesión y los posibles efectos para Sudán y los países vecinos.
Sudán es un país muy pobre de 43 millones de habitantes, cuya una renta per cápita no supera los 1.220 dólares, pero muy rico en petróleo. Su presidente, Omar al Bashir, perseguido por el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra, llegó al poder en 1989 a través de un golpe de Estado, y desde entonces ha cimentado su autoridad gracias a los beneficios obtenidos por el oro negro. El referéndum, ahora, pone en peligro las bases económicas de su poder. El 80% de los de los yacimientos petrolíferos del país están en el sur.
El sur, de todos modos, tampoco las tiene todas consigo. El 98% de los ingresos de Sudán del Sur provienen del petróleo y todas las vías de salida de sus pozos van en dirección a la costa del Mar Rojo, hacia Port Sudán, en el territorio del norte. Que Juba, capital del sur, y Jartum, capital del norte, limen asperezas será indispensable para la viabilidad de los dos nuevos Estados, en el caso de que efectivamente surjan. Para empezar, deberán acordar las fronteras definitivas, donde unos pocos kilómetros de diferencia determinarán si un yacimiento pertenece al norte o al sur.
Sudán, al igual que África, es un territorio frágil. La deriva separatista abierta puede dar lugar a nuevos desmembramientos, con Darfur como la próxima ficha del dominó en caer. Y las conmociones no terminarían ahí. En un continente ya muy fragmentado, el contagio sudanés podría propiciar una nueva oleada de tribalismos separatistas.
Habrá que estar atentos a los resultados del referéndum y, sobre todo, a los movimientos que desencadene, en una región y un continente ya de por sí propensos a las turbulencias.
Para más información:
Øystein H. Rolandsen, «Sudán 2011: la independencia del sur a un paso», Política Exterior 139 (enero-febrero 2011).
Tribunal Penal Internacional, «Situation in Darfur, Sudan». Situación, marzo de 2005.
Fride, «Darfur Review XII». Artículos, marzo de 2010.
Katherine Almquist, «Renewed Conflict in Sudan». Memorando, Council on Foreign Relations, marzo de 2010.
Carnegie Endowment for Internacional Peace, «Sudan». Dossier, mayo de 2009.