El mes pasado volvieron a surgir tensiones entre la Unión Europea y el Reino Unido en relación con la aplicación del Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte del acuerdo de retirada de la UE y el Reino Unido. El Protocolo, que regula los acuerdos comerciales posteriores al Brexit para Irlanda del Norte, es muy controvertido. Tras las elecciones del mes pasado, el mayor partido político unionista, el DUP, se ha negado a volver a formar parte del gobierno hasta que se resuelvan sus quejas sobre el acuerdo. Las conversaciones entre la UE y el Reino Unido, destinadas a abordar algunas preocupaciones concretas de los ciudadanos y las empresas norirlandesas, han avanzado poco hasta ahora debido a la negativa de la parte británica a comprometerse. Para añadir un nuevo elemento de crisis al debate, el gobierno británico ha anunciado sus planes de presentar legislación, ya la semana que viene, para reescribir unilateralmente elementos del Protocolo con sus propias preferencias. Esta medida unilateral ha sido recibida con fuertes críticas tanto por parte de la UE y como a nivel internacional.
La cuestión es si la relación entre la UE y el Reino Unido, en su forma actual, tiene la capacidad de llegar a una solución conjunta sobre el Protocolo, y demostrar así su sostenibilidad. El artículo “El Brexit y el acuerdo de comercio y cooperación: implicaciones para la diferenciación interna y externa de la UE” (en inglés) de Jannike Wachowiak y Fabian Zuleeg, publicado en International Spectator, señalaba que, a pesar de que las partes llegaron a un acuerdo sobre una futura relación en diciembre de 2020 (el acuerdo de comercio y cooperación UE-Reino Unido), las relaciones son mucho más “distantes y conflictivas” de lo que se pretendía en un principio. Esto afectará a la eficacia, la legitimidad y la sostenibilidad de las relaciones entre la UE y el Reino Unido en el futuro.
El artículo demuestra que cuando una relación se asienta sobre bases poco sólidas, es difícil construir una solución. La relación distante y precaria establecida por el acuerdo, basada en parte en el “Brexit” impulsado ideológicamente por el gobierno británico, exacerba los agravios de los sindicalistas con el Protocolo. Si el Reino Unido hubiera estado dispuesto a aceptar algunas obligaciones para el alineamiento normativo, por ejemplo en materia de productos sanitarios y fitosanitarios, la necesidad de controles entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte se habría reducido considerablemente.
«El gobierno británico ha anunciado sus planes de presentar legislación, ya la semana que viene, para reescribir unilateralmente elementos del Protocolo de acuerdo con sus propias preferencias»
Además, la naturaleza conflictiva de la relación hace cada vez más difícil llegar a una solución conjunta. Las últimas amenazas del Reino Unido están en consonancia con las tácticas de negociación de “acuerdo o no acuerdo” descritas en el artículo. Estas socavan la confianza entre las partes. Dado que la UE ya no considera creíble el compromiso del Reino Unido en materia de derecho internacional, ofrecer flexibilidades en la aplicación del Protocolo resulta cada vez más difícil, ya que no hay garantías de que el gobierno británico vaya a respetar las salvaguardias acordadas.
El documento explica que, para que el actual modelo de gobernanza de las relaciones entre la UE y el Reino Unido sea sostenible, debe ser percibido como legítimo por los ciudadanos de la UE y del Reino Unido. Está claro que en Irlanda del Norte el Protocolo, en su forma actual, no es aceptable para muchos de sus habitantes. Sin embargo, la mayoría de los votantes quiere que el Protocolo funcione, aunque con algunas modificaciones. Pero dado el estado de las relaciones entre la UE y el Reino Unido en la actualidad, parece poco probable que se llegue a una solución común para este complejo problema.
Si no se llega a un acuerdo conjunto sobre la aplicación del Protocolo, la legitimidad y la sostenibilidad de la relación a largo plazo se verán afectadas. La Comisión Europea ha dejado claro que, en caso de que el gobierno británico siga adelante con la acción unilateral, responderá con un paquete de medidas de represalia cada vez más intenso, que incluirá aranceles comerciales e incluso, en última instancia, la finalización del acuerdo. Dada la inestabilidad de los cimientos sobre los que se asienta, existe la posibilidad real de que las tensiones entre la UE y el Reino Unido culminen hasta el punto de derribar la relación en su conjunto.
Artículo publicado originalmente en inglés en la web de The International Spectator