El resultado del Brexit –el referéndum en Reino Unido sobre la Unión Europea del 23 de junio– va a desencadenar en las islas británicas y el conjunto de Europa consecuencias imprevisibles. Los precedentes de rechazo a los tratados de Maastricht y Niza y a la Constitución europea por países como Dinamarca, Irlanda, Francia y Holanda, no sirven en este caso, donde por primera vez una clara mayoría ciudadana (52%-48%) ha mostrado su voluntad de abandonar la Unión.

La eventual salida de Reino Unido de la Unión Europea sería una doble derrota: política y económica. La economía británica, la segunda de la ue con un pib de 2,7 billones de dólares, ha crecido entre un 2-3% durante los últimos seis años con una tasa de desempleo del 5,4%. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, ha advertido que el proceso podría restar hasta un 0,5% de crecimiento de la zona euro en los próximos tres años.

Aunque Barack Obama ha pedido reducir el nivel de “histeria”, envió a su secretario de Estado, John Kerry, a Londres y Bruselas para pedir a sus socios europeos que el proceso se desarrolle de la forma menos traumática posible para limitar los daños económicos y en materia de seguridad, recordando que 22 de los Estados miembros de la ue lo son también de la OTAN.

El referéndum del Brexit no va a tardar en impulsar la política de seguridad y defensa comunitaria al cuestionar el papel del país que hasta ahora ha representado un constante freno a los esfuerzos por dotar a la Unión Europea de medios militares propios. Los atlantistas británicos, aliados ocasionales de los países de Europa del Este, han mostrado siempre su preferencia por la otan como la estructura principal de la defensa europea.

El acuerdo firmado en una breve ceremonia en La Habana entre el gobierno de Bogotá y las guerrillas de las farc sobre el cese de hostilidades y el fin de la guerra, cierra un ciclo de violencia política de más de medio siglo con una clara victoria democrática, como pone en evidencia el reconocimiento de los ya exinsurgentes, en tránsito a convertirse en un movimiento político, de que la vía armada hacia el poder está cerrada. Si una guerrilla acepta negociar, lo hace solo para cambiar balas por votos.