Panamá, con sus bancos y bufetes de abogados especializados en compraventa de sociedades offshore e ingeniería financiera, es solo una isla más en el archipiélago de más de 90 paraísos fiscales que se extienden desde las islas del canal de la Mancha a la Polinesia, donde atolones coralinos casi deshabitados son el domicilio fiscal de miles de sociedades pantalla.

El comienzo de las expulsiones de emigrantes irregulares a Turquía por Grecia, en cumplimiento del acuerdo del 18 de marzo entre la UE y el gobierno de Ankara, ha sido recibido con duras críticas de ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, y de ONG como Amnistía Internacional, que cuestionan su legalidad.

Aprovechando la indignación generada en torno a los llamados Papeles de Panamá, Barack Obama abortó la que iba a ser la tercera fusión de la historia: la de la estadounidense Pfizer y la irlandesa Allergan, una operación valorada en cerca de 160.000 millones de dólares y que iba a crear la mayor farmacéutica del mundo, por delante de Johnson&Johnson.

La llegada a Trípoli, el 30 de marzo, de Fayez Mustafa al Serraj, primer ministro libio del Gobierno de Acuerdo Nacional formado con mediación de la ONU en Sjirat (Marruecos) el pasado diciembre, ha sido el primer paso para que el país recupere una cierta normalidad. Pero el camino va a estar plagado de obstáculos.

Los recientes choques armados en el enclave armenio de Nagorno-Karabaj entre tropas de Armenia y Azerbaiyán, que dejaron unos 50 muertos, tras casi una semana de enfrentamientos en los que ambos bandos movilizaron tanques, helicópteros artillados y artillería pesada, ha puesto en evidencia que el conflicto sigue latente años después de la guerra que provocó 30.000 muertos y casi un millón de refugiados (700.000 azeríes y 235.000 armenios) tras la desaparición de la Unión Soviética.