La guerra civil siria se ha convertido en la “zona cero” de la geopolítica mundial al unir, en una mezcla explosiva, el afán del Kremlin por devolver a Rusia su estatus de gran potencia; los designios “neotomanos” de una Turquía autoritaria; la inhibición de EEUU en una región que solo le ha deparado desgracias desde la invasión de Irak; el irredentismo kurdo; la virulenta rivalidad entre Irán y Arabia Saudí; el terrorismo islamista y la impotencia de la UE, pese a que la guerra ya ha llegado a su territorio a través de las oleadas de refugiados y los atentados de París.

La involucración de la OTAN en la crisis de los refugiados con el envío de tres barcos de guerra al Egeo –de Canadá, Alemania y Turquía–, en teoría para frenar a las mafias de traficantes de personas, refleja la urgencia de los gobiernos europeos ante la marea de inmigrantes que llegan a las islas griegas. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será el papel concreto de los instrumentos militares en una misión fundamentalmente policial y de resguardo de fronteras.

Aunque Alemania es el país de la UE que más refugiados ha acogido en términos absolutos, Suecia es sin duda el más generoso en términos relativos. Con 9,5 millones de habitantes, durante 2015 el país nórdico recibió aproximadamente a 163.000 migrantes, casi el 2% de su población y el doble en proporción de los que recibió Alemania. De las 163.000 solicitudes de asilo que recibió Suecia el año pasado, el 55% fueron aceptadas.

El reciente viaje del presidente chino, Xi Jinping, a Teherán, Riad y El Cairo ha mostrado que el gigante asiático es uno de los países que más beneficios puede obtener del levantamiento de las sanciones internacionales a Irán. Un 52% de las importaciones de petróleo de China provienen de la región del Golfo. Xi es uno de los pocos líderes mundiales –sino el único– que puede visitar en la misma gira Irán y Arabia Saudí.

Más de una década de caídas en la producción de crudo, una deuda creciente y tres años consecutivos arrastrando pérdidas (20.000 millones de dólares en 2015) han forzado al presidente Enrique Peña Nieto a terminar la etapa de Ignacio Lozoya al frente de Pemex, la joya de la corona del antiguo imperio empresarial del Estado mexicano. En el tercer productor petrolero de la región, la contribución del sector al PIB es solo del 6%, mientras que las exportaciones de crudo rondan el 12% del total. Pero debido a la baja presión fiscal del país (19% del PIB), el petróleo representaba hasta hace poco casi el 30% de los ingresos del gobierno federal. Debido a la crisis esa cifra se ha reducido hoy al 20%.