Los atentados del 13 de noviembre en París que han causado, de momento, 130 muertes, después del derribo de un avión ruso en el Sinaí con 224 pasajeros y tripulantes y un ataque en Beirut, demuestran que el Estado Islámico/Daesh ha dado un salto cualitativo en la globalización de sus operaciones terroristas.

Los atentados del 13-N en París han tenido un escaso impacto sobre la economía y los mercados. La bolsa de París, la más afectada, cayó solo un 0,8% el 16 de noviembre. En EEUU ni eso: los índices locales subieron incluso el 1%. Sufrieron, eso sí, las compañías relacionadas con el turismo, el transporte aéreo, el consumo, la moda y el lujo, especialmente las francesas Hermès y LVHM (-1%), la hotelera Accor (-6%) y Air France-KLM (-5,8%).

Los casi 300.000 muertos, ocho millones de desplazados internos y cuatro millones de refugiados provocados hasta ahora por el conflicto sirio, no habían podido activar el esfuerzo militar y diplomático internacional sin parangón que sí han producido las 130 muertes registradas en los atentados de París del 13 de noviembre.

La reciente cumbre Unión Europea-Unión Africana en Malta se centró en aspectos de seguridad y en la readmisión de inmigrantes, siguiendo una estrategia dirigida a blindar las fronteras europeas con África, lo que dejó un sentimiento de frustración entre los líderes africanos, que consideraron insuficientes las promesas de ayudas futuras por valor de 1.800 millones de dólares a cambio de acuerdos para que readmitieran inmigrantes.

La reciente captura en Haití por cargos de narcotráfico de dos sobrinos de Cilia Flores, esposa del presidente venezolano, Nicolás Maduro, –uno de los cuales, Efraín Campo Flores, fue criado como un hijo por ambos– y su entrega a la DEA, la agencia antinarcóticos de EEUU, es un nuevo indicio de la penetración del narcotráfico en el régimen chavista.