Si finalmente hubo acuerdo en Viena entre el G-5+1 y Teherán sobre el programa nuclear iraní, fue básicamente por dos razones: primero, no había opción militar creíble para destruir todo lo que Teherán ha desarrollado en estos últimos años y, en segundo lugar, el devastador efecto de las sucesivas sanciones impuestas al régimen de los ayatolás –entre ellas el aislamiento de Irán del sistema financiero mundial y restricciones a sus exportaciones petroleras– había llevado a una situación insostenible.

Al final, la victoria del primer ministro griego, Alexis Tsipras, en el referéndum del 5 de julio –en el que el 61% de los griegos votó en contra del nuevo plan de ajuste exigido por los acreedores–, solo hizo más amarga su claudicación ante el Consejo Europeo en Bruselas, donde terminó aceptando unas exigencias todavía más duras y onerosas para la economía helena, con el agravante del daño causado por el cierre temporal de los bancos y el control de capitales, que han hecho que sus necesidades de financiación hayan aumentado de 60.000 a 86.000 millones de euros para los próximos tres años.

El estallido de la burbuja bursátil china, que venía gestándose desde hace meses, ha sido evitado de modo expeditivo por el gobierno de Pekín con una serie de medidas intervencionistas que revelan muchas de las peculiaridades del capitalismo de Estado chino.

La segunda fuga en 14 años de Joaquín El Chapo Guzmán, el mayor narcotraficante del mundo, del penal de supuesta “máxima seguridad” del Altiplano, ha demostrado que la guerra contra las drogas está cada vez más lejos de poder ganarse. En 2009 un tribunal federal de Chicago acusó a los cabecillas del cártel de Sinaloa, incluyendo a Guzmán, su líder, de haber introducido dos toneladas de cocaína al mes durante los últimos 20 años, por lo que podría haber generado ingresos por valor de 5.800 millones de dólares.

Con la mitad de Siria ya en su poder, el Estado Islámico/Daesh no ha dejado de realizar en los territorios bajo su control una verdadera limpieza étnica, especialmente cruenta en un país que es un verdadero mosaico étnico. El último grupo amenazado por los yihadistas son los drusos, minoría que profesa una religión basada en una combinación de doctrinas judías, islámicas, cristianas y gnósticas y concentrada en las zonas montañosas donde convergen Siria, Israel, Líbano y Jordania.