Antes que Benjamin Netanyahu, solo Winston Churchill se había dirigido tres veces al pleno del Congreso de EE UU. Y el primer ministro israelí no desaprovechó la ocasión para denunciar –con un elocuente discurso sembrado de referencias bíblicas, históricas y literarias– el acuerdo que el G5+1 está negociando con Irán sobre su controvertido programa nuclear, advirtiendo que su firma desatará una carrera armamentística atómica que pondrá en peligro la propia existencia de Israel.

La renuncia de Rusia al Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (1990) al suspender su participación en su comisión conjunta de consultas, uno de los escasos canales de comunicación que Moscú mantenía abiertos con la OTAN, ha confirmado que el Kremlin ya no se siente vinculado a la arquitectura del sistema de seguridad europeo.

Los atentados en Copenhague y París de principios de año comparten un denominador común con otros ataques terroristas en suelo europeo, como los de Toulouse (Francia) y Burgas (Bulgaria) en 2012 y el de Bruselas en 2014 y el perpetrado por un comando paramilitar pakistaní en Mumbai (India) en 2008: todos tuvieron como objetivo –al menos en parte– a sus respectivas comunidades judías, lo que representa un nuevo tipo de antisemitismo, asociado esta vez al extremismo religioso islámico.

Warren Buffett se ha hecho con la tercera fortuna del mundo –73.000 millones de dólares– no creando empresas sino comprándolas en bolsa. Su desempeño a lo largo del medio siglo que acaba de cumplir al frente de Berkshire Hathaway (BH), ha sido tan impresionante que se ha ganado merecidamente el cargo de más grande inversor de la historia. Los títulos de BH han ganado el 1.826% desde 1965, es decir, una rentabilidad del 21,6% anual, muy por encima del 9,9% obtenido por el índice Standard & Poor’s 500.