La ocupación militar por parte de Rusia de la península de Crimea, una república autónoma de Ucrania en la que tiene su base la flota rusa del mar Negro, supone para Barack Obama la prueba de política exterior más compleja de su presidencia, justo cuando su secretario de Defensa, Chuck Hagel, acaba de presentar un plan para reducir el personal militar del Pentágono hasta los niveles que tenía en 1940.

Aunque Vladimir Putin ha reducido la tensión geopolítica en Ucrania, asegurando que solo utilizará la fuerza como un “recurso extremo”, el gobierno provisional de Kiev no va a bajar la guardia. El presidente interino, Alexandr Turchínov, ha puesto al ejército en estado de alerta, ordenado la movilización de los reservistas, cerrado el espacio aéreo para vuelos no comerciales y reforzado sus 15 reactores nucleares civiles.

Mientras se acerca inexorablemente la fecha señalada para poner fin al despliegue de las tropas de la isaf en territorio afgano, el próximo noviembre, el esfuerzo militar liderado por EE UU se ve sometido a crecientes tensiones, externas e internas.

Debido a los cambios de los paradigmas tecnológicos, sectores enteros de la economía mundial han perdido la mayor parte de su actividad o han desaparecido. Muchos otros se enfrentan a una amenaza similar. Según The Motley Fool, una influyente web de información bursátil de EE UU, las mayores víctimas de Internet han sido la prensa, la industria discográfica, las librerías, los cines, los agentes de bolsa y las agencias de viaje.

El Mundial de Fútbol de Suráfrica de 2010 fue seguido por 3.200 millones de telespectadores, el 46,4% de la población mundial, según un cálculo de la fifa basado en el número de personas que vieron al menos un minuto de la transmisión. En el Mundial de Brasil la cifra será aun mayor. Esa gigantesca lupa global someterá al país a un minucioso escrutinio internacional, lo que inevitablemente magnificará sus defectos y virtudes.