La mejor victoria es la que se logra sin combatir”, escribió el general chino Sun Tzu en el Arte de la guerra (400 A.C.). Según esa máxima militar, la propuesta rusa para que Siria ponga su arsenal químico bajo control de la comunidad internacional a cambio de que EE UU renuncie a atacar ese país, confirmaría el éxito de la estrategia elegida por Barack Obama para no dejar impune el régimen de Bachar el Asad por su uso de armas químicas contra un barrio de Damasco el pasado 21 de agosto.

La rapidez con la que Francia presentó un borrador de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU reclamando “consecuencias” para Siria si no cumplía con entregar sus armas químicas, según el plan delineado por Rusia, ha sido una señal más de la gravedad que París ha atribuido al empleo de armas de destrucción masiva (ADM) por el régimen de Damasco.

En la entrevista que concedió a la cadena norteamericana PBS el 9 de septiembre, el presidente sirio, Bachar el Asad, amenazó con represalias a los países que atacaran su territorio, aunque eludió precisar la naturaleza de esa respuesta. La calculada ambigüedad de El Asad tenía un claro propósito: subrayar que no descartaba ninguna opción. El recuerdo de los atentados de Madrid en 2004 y Londres en 2005 está muy presente entre los europeos para que la advertencia pasara desapercibida.

Tras la decepción sufrida en Buenos Aires –incluso personal, dada su directa implicación en el empeño– con la derrota de la candidatura de Estambul para organizar los juegos olímpicos de 2020, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, deberá ahora afrontar las consecuencias del colapso de la política exterior diseñada por su ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, centrada en la idea de “cero problemas con los vecinos”.

EXIT Bertone. Deo Gratias” (Bertone se va, demos gracias a Dios). Con ese comentario en latín saludó un prelado de la Curia Romana el anuncio de la Santa Sede de que el papa Francisco había aceptado la dimisión del cardenal Tarcisio Bertone como secretario de Estado, después de siete años de servicio, y su sustitución por monseñor Pietro Parolin, actual nuncio apostólico en Venezuela y anteriormente (entre 2002 y 2009) vicesecretario para las Relaciones con los Estados (viceministro de Exteriores) con Juan Pablo II y Benedicto XVI.