La impecable realización de la Copa del Mundo de Fútbol ha sido una mina de oro para la imagen internacional de Suráfrica. La belleza del país, la hospitalidad de su gente y la eficaz organización del campeonato han cautivado al mundo entero.

Aún cuando muchos indicadores siguen arrojando datos negativos, el FMI y Standard & Poor’s consideran que la economía mundial se está recuperando ya de la mayor recesión desde 1945.

El reciente éxito de Grecia al lograr financiarse en los mercados por primera vez tras recibir el primer paquete de ayudas de la UE y el FMI ha confirmado una tendencia cada vez más firme en las últimas semanas: los inversores empiezan a perder el miedo a uno o varios default en cadena en los países periféricos de la zona euro.

Varios grupos yihadistas –desde Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) hasta el grupo somalí Al Shabab–, habían amenazado desde abril con cometer atentados aprovechando el Mundial de Fútbol en Suráfrica.

La muerte el 4 de julio del ayatolá Mohamed Husein Fadlalá en Líbano podría parecer una buena noticia para quienes recuerdan su condición de mentor espiritual de Hezbolá o su presunta conexión con el atentado que costó la vida a 261 marines de EE UU en Beirut en 1983.