Cuando todas las señales de alerta indicaban un agravamiento sin precedentes de la situación financiera de Grecia, Portugal y España, una posible ruptura de la zona euro y un más que seguro deterioro financiero de los bancos acreedores de los países en apuros, el Ecofin decidió cambiar de estrategia y atacar el problema de la deuda soberana de sus socios mediterráneos con un contundente plan de apoyo de 750.000 millones de euros, de los cuales 250.000 millones serán aportados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Las sencillas ceremonias protocolarias con las que el líder del Partido Conservador y hoy nuevo primer ministro británico, David Cameron, tomó posesión del cargo, mostraron un claro contraste con las poco apacibles negociaciones a tres bandas que emprendieron los principales partidos del país tras las elecciones del 6 de mayo.

El ajuste económico que la UE y el FMI exigirán a Grecia a cambio de su apoyo económico de 140.000 millones de euros en los próximos tres años exigirá un cambio de mentalidad de la sociedad griega, casi una revolución cultural en la relación entre los ciudadanos y el Estado.

Las acusaciones del fiscal general de EE UU, Eric Holder, de que el atentado fallido en Manhattan el 1 de mayo, cometido por Faisal Shahzad, ciudadano norteamericano de origen pakistaní, tuvo el apoyo de los talibanes de Pakistán, revelan un salto notable en el nivel de amenaza y el radio de acción de ese grupo surgido en 2007.

La próxima vista del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, a Teherán y las reticencias de su gobierno a apoyar una nueva ronda de sanciones a Irán por su programa nuclear, han despertado la sospecha en ciertos círculos internacionales de que todo ello puede obedecer a una estrategia de Brasil para proteger su propio programa de enriquecimiento de uranio, que fácilmente puede ser derivado a fines militares.