De poco le sirvió a George W. Bush su conciliador discurso sobre el Estado de la Unión. La frialdad en el Congreso ha sido el mejor reflejo del declinante apoyo a la política de un presidente considerado ya un lame duck (pato renqueante) por la mayoría de los analistas políticos. En su discurso, Bush no se olvidó de señalar todos los peligros representados por los extremistas islámicos, advirtiendo de la amenaza que supone para EE UU la endémica violencia que padece la región.

La idea de constituir grandes campeones industriales y empresariales a escala europea, de moda hace tres años e impulsada entonces por el presidente francés, Jacques Chirac, está en franco declive estos días. Ello se debe en parte a la crisis de Airbus, integrada en EADS, que ha cuestionado el modelo de consorcio paneuropeo. El grueso de los problemas de Airbus ha surgido de su estructura plurinacional, que obliga a difíciles equilibrios políticos en la cúpula directiva y a complejos repartos de producción entre diferentes centros nacionales, todo lo cual resta eficiencia, agilidad y capacidad de respuesta, además de subir los costes.

Los sucesos ocurridos en Francia hace un año, debido al malestar social de hijos y nietos de inmigrantes magrebíes, obliga a realizar una lectura atenta de las experiencias de exclusión social de los inmigrantes latinoamericanos en España, uno de cuyos síntomas más preocupantes acaba de verse en la refriega callejera entre adolescentes españoles y latinoamericanos en Alcorcón, una ciudad del cinturón industrial del sur de Madrid que ha acogido en los últimos años un importante caudal de inmigrantes.

El 29 de enero, el presidente de México, Felipe Calderón, comienza su primera visita oficial a España, el punto final de una gira europea que comenzó en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) y continuó por Alemania y Reino Unido. De un modo quizá inconsciente, el nuevo mandatario mexicano repite el mismo itinerario que en 1989 emprendió el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y que luego imitaron Ernesto Zedillo y Vicente Fox

Tras varios años de calma, solo alterada por el atentado suicida contra la sinagoga de La Ghriba, en abril de 2002 y que causó 22 muertos, 14 de ellos turistas alemanes, Túnez ha vuelto a ser escenario de un sangriento enfrentamiento entre yihadistas y fuerzas de seguridad que se saldó el 3 de enero con 12 muertos en la localidad de Solimán, según fuentes oficiales tunecinas, o con unos 25, según la agencia Reuters.