La Unión Europea se enfrenta a dos ‘shocks’ con direcciones opuestas: inflación y desaceleración económica, un escenario muy peligroso. La inercia de la recuperación pospandemia, sin embargo, parece que podrá compensar la reducción del PIB por la guerra de Ucrania y la ruptura con Rusia.

La relación de fuerzas, muy favorable a Moscú, no le garantiza sin embargo la victoria. De ahí que las fuerzas armadas rusas hayan comenzado una nueva fase de la invasión, mucho más destructiva, con la que buscan imponer su dictado sin miramientos.

Mientras Argentina ha pasado de tibios comunicados a condenar a Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la postura de Brasil sigue siendo ambigua, anunciando que no se sumará a las sanciones. El 60% de los fertilizantes que consume el país procede de Moscú.

Los admiradores de Putin, Trump el primero entre ellos, continúan influyendo en el Partido Republicano y, sobre todo, en sus bases, a pesar de la animadversión generalizada contra Moscú. Si Biden consigue ayudar a Kiev sin escalar el conflicto ni implicar a la OTAN en una guerra con Rusia, podría frenar el avance del ala putinista también en casa.