La intempestiva destitución por Donald Trump del director del FBI, James Comey, al que según el New York Times le pidió acabar con las indagaciones sobre los nexos entre Rusia y su exconsejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, ha colocado su administración en un territorio “nixoniano” de obstrucción a la justicia.

Con la presentación en Pekín ante 28 jefes de Estado de la Nueva Ruta de la Seda, un plan de inversiones en infraestructuras por valor de un billón de dólares –a tasas bajas y plazos generosos– desde Sinkiang hasta el mar Mediterráneo, con ramificaciones globales, el presidente chino, Xi Jinping, anunció de hecho la creación de una “sinoesfera” de influencia euroasiática que Pekín presenta como una “globalización 2.0”.

La clara victoria de la CDU y, por ello, de la canciller Angela Merkel, en las elecciones del Land de Renania del Norte-Westfalia, ha infligido un duro golpe político –y psicológico– al SPD y sobre todo a su candidato a las legislativas federales del 24 de septiembre, Martin Schulz, al ser la tercera victoria consecutiva de la CDU sobre el SPD tras las del Sarre y Schleswig-Holstein.

Los surcoreanos suelen describir a su país como un “pececillo nadando entre ballenas” pese a ser un gran “tigre asiático” y una próspera democracia con una renta per cápita de 40.000 dólares, frente a los 2.000 de 1980. Sus fluidas relaciones comerciales y económicas con Pekín y su sólida alianza militar con Washington, sin embargo, no le permiten más que un papel secundario –y subordinado– en la crisis nuclear norcoreana.