En The Art of the Deal, su libro más conocido, Donald Trump se precia de sus habilidades negociadoras. Sin embargo, al retirar a EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el tratado de 12 países de la cuenca del Pacífico –incluidos Japón, Australia, Canadá, Singapur y México–, ha regalado a China el mayor instrumento que tenía Washington para influir sobre su conducta.

La visita a Washington de la premier británica, Theresa May, en la primera reunión de Donald Trump con un líder extranjero, tuvo el obvio propósito de escenificar su divorcio europeo y reforzar la posición negociadora vis a vis con Bruselas, intentando recuperar la antigua “relación especial” entre Washington y Londres.

La orden ejecutiva de Donald Trump para prohibir la entrada en EEUU de refugiados durante los próximos 120 días –e indefinidamente para los sirios–, y de simples viajeros con pasaporte de Irak, Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen durante los próximos 90 días, supuestamente para reforzar la seguridad interna, ha sido contraproducente: ha debilitado las alianzas internacionales de Washington y ha hecho el juego a los yihadistas, que sostienen que EEUU está librando una guerra contra el islam.

El exilio en Guinea Ecuatorial del expresidente de Gambia, Yahya Jammeh, tras varias semanas resistiéndose a abandonar el poder pese a su derrota electoral a manos de Adama Barrow el 1 de diciembre, y que inicialmente aceptó, es una de las mejores noticias que han provenido de África subsahariana en mucho tiempo.

Cuando alguna personalidad importante fallece en un accidente de aviación sospechoso, los colombianos suelen decir con cáustico humor negro que “murió de mal de avión”. Algo similar puede haberle sucedido a Teori Zavascki, juez del Tribunal Supremo Federal (TSF) brasileño que instruía desde 2015 el proceso judicial de la operación Lava Jato, que investiga el mayor caso de corrupción en la historia de Brasil.