Logo de la Conferencia de Seguridad de Múnich, que comienza en esta ciudad alemana el 14 de febrero de 2020/GETTY

Retos de seguridad: Múnich 2020

Guillermo Rebollo Márquez
 |  14 de febrero de 2020

Como cada año, Múnich acoge una de las reuniones claves en el ámbito de la seguridad, la Conferencia de Seguridad de Múnich. Numerosos líderes se congregan en este foro para debatir sobre los principales retos de seguridad a los que se enfrenta la sociedad internacional. Previa celebración de la conferencia, los organizadores publican el “Informe de Seguridad Múnich”, que fija las líneas que seguirán las discusiones a lo largo del encuentro. El informe de este año se titula “desoccidentalización” (en inglés, Westlessness). Wolfgang Ischinger, embajador alemán y presidente de la conferencia, afirma en el prólogo que Occidente, tal como lo conocemos, está siendo cuestionado tanto dentro como fuera de sus fronteras. Todo ello en un contexto de auge relativo del mundo no occidental, con desafíos y crisis globales que requerirían una respuesta pactada acumulándose. En resumen, la tormenta perfecta.

Respecto a las fracturas internas de Occidente, este sufre en su seno la crecida de un movimiento antiliberal y nacionalista que pone en solfa los valores liberales democráticos. Para este movimiento revisionista, heterogéneo como es, Occidente es hoy una comunidad de criterios étnicos, culturales y religiosos amenazados. Una visión de civilización asediada que desemboca, irremediablemente, en una llamada a la legítima defensa, materializada en muros y fronteras, el rechazo de los refugiados, pero también en la oposición a “lo políticamente correcto” y la perspectiva de género, entre otras cuestiones. Los defensores de un Occidente abierto y liberal, por ahora, parecen incapaces de encontrar una respuesta adecuada al desafío antiliberal.

La crisis que vive Occidente, sin embargo, no se limita a su seno. No hay más que observar los conflictos actuales. En lugar de involucrarse de manera directa, los países occidentales han optado en general por estrategias alternativas, como las misiones de entrenamiento, ayudando a otros a cuidar de su propia seguridad o apoyando a actores locales con armas defensivas. Los países occidentales parecen haber cedido la iniciativa para lidiar con los conflictos más violentos a otros actores. Mientras los políticos occidentales repiten el mantra de que no hay soluciones militares para los conflictos políticos, otros actores implementan dichas soluciones, sin preocuparse por consideraciones legales o éticas.

La ausencia de Occidente no solo se refleja en las tendencias de los conflictos, sino también en el desarrollo de las instituciones internacionales. Durante años, China ha invertido en instituciones paralelas que complementan a tiempo que desafían instituciones tradicionalmente dominadas por Occidente. Hoy son las potencias emergentes las que dan forma a la agenda internacional de acuerdo con valores y prioridades distintos a los impulsados por Occidente.

 

Riesgos globales

La conferencia se desarrolla en un contexto en el que los retos a los que se enfrenta el mundo actual son preocupantes por su alcance. Así lo muestra el Informe de Riesgos Globales elaborado por el Foro Económico Mundial. Los cincos riesgos más probables que identifica el informe están relacionados con el cambio climático.

 

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Global Risks Report 2020

 

La biodiversidad disminuye hoy más rápido que en cualquier otro momento de la historia humana. Todas las especies, incluidos los humanos, dependen de ella para su supervivencia. La dramática pérdida de biodiversidad trae graves riesgos para las sociedades, las economías y la salud del planeta: inseguridad alimentaria, exacerbación del cambio climático o riesgos para la salud.

Aunque la crisis climática sea la amenaza más probable y con impactos más temibles, existen otros riesgos que también ponen en jaque el mundo actual. La actual falta de gobernanza tecnológica global y la presencia de puntos ciegos en la ciberseguridad aumentan el riesgo en un ciberespacio fragmentado. Las tecnologías de la denominada cuarta revolución industrial están generando tremendos beneficios, tanto económicos como sociales, para gran parte de la sociedad mundial. Sin embargo, existen numerosos riesgos asociados a estas tecnologías que deben ser abordados: los ciberataques, la relación entre ética e inteligencia artificial o la sustracción de datos sensibles.

 

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Global Risks Report 2020

 

Por otro lado, otro asunto que tendrá gran relevancia en la Conferencia de Múnich de 2020 será el coronavirus. El virus aparece en un momento en el que los sistemas sanitarios en todo el mundo corren el riesgo de volverse incapaces de cumplir su cometido. Los cambios sociales, demográficos, ambientales y tecnológicos están agotando su capacidad de actuación. Los movimientos que ponen en duda las vacunas, o la resistencia a los medicamentos, minan el progreso contra las pandemias, haciendo cada vez más difícil dar el golpe final contra algunos de los asesinos más letales de la humanidad. Estos amenazan con terminar con los beneficios en bienestar y prosperidad que los sistemas de salud han aportado durante el siglo pasado.

 

Regiones clave

El Informe de Seguridad de Múnich se centra en tres regiones especialmente relevantes debido a su inestabilidad y como potenciales focos de conflicto. En el norte de África poco ha cambiado desde los levantamientos de 2011. Las protestas y sus consecuencias, a saber, represión y violencia, siguen presentes. Mientras tanto, los intentos occidentales para ayudar a estabilizar la región e intentar contener el crimen organizado, el terrorismo y la migración masiva han resultado fallidos. Sin las reformas políticas y económicas que la gente demanda no se logrará una estabilidad duradera.

 

G1

Munich Security Report 2020

 

Oriente Próximo ha estado (y está) cerca de sufrir una gran confrontación regional, con Irán en el centro de crecientes tensiones. Después del asesinato de Qasem Soleimani, Irán anunció que abandonaría todos los límites del acuerdo sobre su programa nuclear. Los actores implicados en la región se esforzaron por calmar a las partes y reducir así el riesgo de una guerra total. Sin embargo, mientras Washington y Teherán permanezcan en curso de colisión, la distensión en Oriente Próximo seguirá siendo poco probable.

Tras no alcanzar los resultados esperados después de casi dos décadas de construcción del Estado en Afganistán, Occidente y Estados Unidos en particular desean ceder responsabilidad sobre la seguridad regional a los actores del sur de Asia. Sin embargo, en 2019 se acentuaron los conflictos y las rivalidades entre las principales potencias de la región: India, Pakistán y cada vez más también China, cuyo creciente papel global agrega complejidad a la ecuación.

Hacer frente a las implicaciones de esta nueva era requerirá, por parte de Occidente, cooperar con los regímenes autoritarios. Algunos de los desafíos más importantes del mundo no pueden ser resueltos solo por un actor o un conjunto de actores. Occidente necesita, como afirma el “Informe de Seguridad de Múnich”, una estrategia dual de cooperación con Estados autocráticos al tiempo que fortaleza la cohesión occidental en un ambiente global cada vez más competitivo.

Pese al panorama sombrío que dibuja, el informe señala que sigue habiendo buenas razones para el optimismo liberal. Después de todo, una mirada más cercana revela que aquellos países que suponen un desafío para Occidente afrontan sus propias crisis existenciales. Si bien el triunfalismo liberal tras el fin de la guerra fría exageró la facilidad con que los valores liberales se diseminarían por todo el mundo, un réquiem por Occidente aún es prematuro.

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