Japón ha sido declarada la primera sociedad “superenvejecida” del mundo y una “sociedad pionera en la pérdida” de población, invirtiendo rápidamente la pirámide demográfica sobre la que se ha construido el Estado moderno. Desde 1989, cuando la baja tasa de fertilidad de 1,57 niños por mujer se convirtió en una gran preocupación social, las cifras han seguido una tendencia a la baja. En febrero de 2021, el gobierno japonés anunció los resultados preliminares del censo de 2020, revelando que el número de nacimientos ese año fue el más bajo registrado.
Los esfuerzos del gobierno desde mediados de la década de los noventa se han centrado en animar a las mujeres a tener más hijos. Pero incluso si todas las mujeres capaces de hacerlo dieran a luz a tres hijos en los próximos años, esto no resolvería los efectos económicos y sociales del actual “baby bust” o colapso natalicio, es decir, la escasez de mano de obra en Japón y las acuciantes cargas de las pensiones y el cuidado de los ancianos a corto plazo. Además, agravaría, en lugar de resolver, las crisis más amplias relacionadas con la aglomeración urbana y la devastación ecológica. El camino que tiene por delante Japón se adentra en un territorio inexplorado, que requiere planes flexibles y creativos para navegar por él.
El Plan Ángel de 1995 y el Nuevo Plan Ángel de 1999 se centraron en apoyar a las mujeres que querían seguir trabajando mientras criaban a sus hijos. Pero las guarderías urbanas siguen teniendo largas listas de espera que obligan a los padres –en su inmensa mayoría a las madres– a renunciar al trabajo. Las políticas centradas en animar a las mujeres a trabajar más ignoran que el “segundo turno” de trabajo doméstico a menudo recae en las mujeres, debido a la inseguridad económica general que también ha deprimido la tasa de natalidad nacional.
«Las políticas centradas en animar a las mujeres a trabajar más ignoran que el ‘segundo turno’ de trabajo doméstico a menudo recae en las mujeres»
En Japón, el matrimonio y la maternidad van unidos a una serie de exigencias sociales en torno al matrimonio heterosexual, la división del trabajo en función del género y los sacrificios tanto en el trabajo como en el hogar. Los jóvenes japoneses de hoy están atrapados en sistemas sociales forjados por generaciones anteriores en circunstancias muy diferentes. Tienden a interpretar como un fracaso personal cualquier incapacidad para cumplir con ciertos puntos de referencia preexistentes asociados a la llegada a la edad adulta – incluyendo el empleo y el matrimonio– y se sienten impotentes para cambiar la sociedad.
Si los jóvenes pudieran exigir lo que necesitan para formar el tipo de familia que desean, cambiaría la comprensión de lo que constituye la estructura familiar y se aliviaría la carga individual del cuidado de los niños. El actual colapso natalicio es ya una refutación colectiva al sistema actual; la cuestión es cómo articular las opciones individuales en demandas colectivas.
Algunas iniciativas gubernamentales han intentado aprovechar la insatisfacción individual con las presiones sociales existentes para revitalizar las regiones rurales más afectadas por la implosión demográfica de Japón. Esto requiere un cambio en el concepto dominante de éxito, alejándolo de los trabajos exigentes en las zonas urbanas consideradas prestigiosas. Pero las políticas que hacen hincapié en las acciones individuales como solución esconden la responsabilidad del gobierno en la creación de una brecha socioeconómica tan profunda entre las regiones periféricas y los centros urbanos.
El gobierno podría hacer más para cambiar la creencia de lo que constituyen las responsabilidades dentro de una familia y la definición de la propia familia. La decisión del Tribunal Supremo de Japón de junio de 2021 que confirma una ley que obliga a las parejas casadas a compartir el apellido –una ley que no tiene ningún otro país– es por lo general impopular. La opinión pública a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo también difiere de la postura del gobierno. Aunque las uniones entre personas del mismo sexo están reconocidas en algunos ámbitos, la adopción sigue estando descartada para las parejas del mismo sexo. Japón sigue permitiendo un solo tipo de familia.
«El ‘decrecimiento’ puede ser la mejor opción para mitigar el coste ecológico de décadas de rápido crecimiento»
La crisis demográfica plantea un reto provocador respecto a las definiciones de cómo son una sociedad y una economía sanas, que gozan de crecimiento demográfico y económico. El “decrecimiento” puede ser la mejor opción para mitigar el coste ecológico de décadas de rápido crecimiento. Algunos observadores en Japón han intentado adoptar una visión positiva del declive demográfico, sobre todo en las zonas rurales. Sin embargo, es difícil saber cuántas regiones en declive pueden replicar las pocas historias de éxito celebradas de rejuvenecimiento rural. Además de la migración de las zonas urbanas a las rurales, Japón también tendrá que lidiar con la inmigración. Muchos argumentos pronatalistas han calificado el aumento de la inmigración como imposible debido a su impopularidad, pero las encuestas de opinión muestran que la población japonesa no se opone de manera categórica a la inmigración o a los inmigrantes. La inmigración puede aliviar la escasez de mano de obra a corto plazo, y para que sea sostenible requerirá una comunicación y un apoyo claros.
La solución a la crisis demográfica de Japón tendrá que ser una combinación política imaginativa. La crisis demográfica puede ofrecer una oportunidad para cuestionar la premisa del crecimiento infinito sobre la que están constituidas muchas sociedades modernas. Las políticas tendrán que adoptar nuevas creencias sobre el valor del trabajo de cuidados, el significado de la familia y las oportunidades del “decrecimiento”. Los responsables de las políticas tendrán que tener en cuenta las realidades económicas, sociales y ecológicas que viven los jóvenes en Japón y en todo el mundo. Para que esto ocurra, los jóvenes tendrán que adquirir más poder, aunque sigan estando en inferioridad de condiciones.
Artículo publicado en inglés en el East Asia Forum.