El 5 de julio, los ciudadanos de República Dominicana acudieron a las urnas por tercera vez en este año. Previamente, habían votado en dos ocasiones para elegir autoridades municipales. En la primera, los comicios se suspendieron por irregularidades graves en el proceso electoral electrónico. En esta ocasión, se trataba de elegir al presidente y de conformar el Congreso Nacional que dirigirán los destinos de la nación durante el próximo cuatrienio. Para la celebración de estos comicios, además del gasto público que ha conllevado, la Junta Central Electoral desplegó nuevamente su logística electoral, así como el protocolo de higienización para dar cumplimiento a las medidas de distanciamiento social y garantizar una reducción de la posibilidad de contagio por coronavirus.
Por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el candidato presidencial oficialista era el empresario y ex ministro de Obras Públicas Gonzalo Castillo, con Margarita Cedeño de Fernández, la actual vicepresidenta de la República, como compañera de boleta. La principal figura de la oposición era –con mayor porcentaje en las principales encuestas– el empresario y político Luis Abinader, quien llevaba como candidata vicepresidencial a la académica Raquel Peña de Antuña, ambos por el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Producto de la división dentro del partido oficialista, que se generó tras las elecciones primarias de octubre de 2019, una figura importante volvía al ruedo político como candidato presidencial por el recién conformado partido Fuerza del Pueblo: Leonel Fernández, quien fue presidente en tres ocasiones, compartiendo fórmula con Sergia Elena de Séliman como vicepresidenta. Entre estos tres candidatos, según las encuestas, se repartía alrededor del 90% de la preferencia electoral.
Novedades en campaña
La presencia de mujeres como candidatas vicepresidenciales consagró su inclusión en el terreno político. Otro suceso histórico fue el hecho de que por primera vez un matrimonio se vio enfrentado como candidatos de partidos contrarios, aunque en distinto nivel –Cedeño de Fernández es la actual esposa del expresidente Fernández–, una situación que tensionó la contienda.
Desde tempranas horas de la mañana, los dominicanos acudieron a las urnas a ejercer su derecho y deber al voto. La complejidad del proceso, en mitad de una pandemia por primera vez en la historia democrática del país, representó un reto de disciplina ciudadana y de logística electoral. A lo que se suman intensos meses de campaña política en la cual los principales adversarios personificaron una reñida batalla para decidir si permanecía el gobierno del partido oficialista o si el pueblo se decantaba por un cambio, todo bajo la posibilidad de una segunda vuelta electoral.
Los resultados electorales en el primer nivel de votación supusieron un cierre en el ciclo gubernamental del Partido de la Liberación Dominicana, al resultar como ganador Abinader con aproximadamente un 54% del total de votos válidos. Esto coincide con el sentir de la población, quienes se unificaron bajo el lema “Se van”. En el segundo lugar quedó el candidato del oficialismo, Gonzalo Castillo, con un 35% de votos. Algo a resaltar es que el recién conformado partido Fuerza del Pueblo obtuvo alrededor de un 8% de los votos, convirtiéndose así en la tercera fuerza política del país, dejando detrás a fuerzas históricas como el Partido Revolucionario Dominicano y el Partido Reformista Social Cristiano, los cuales en conjunto no sobrepasaron un 5%, a pesar de ir como aliados de partidos mayoritarios.
Con el objetivo de lograr diputaciones y senadurías, los partidos políticos recurrieron a la figura de las alianzas o coaliciones políticas, para así consolidar posiciones en diversos territorios del país, dada la eliminación del sistema de arrastre que proporcionaba ventajas a los senadores. Debido a esto, hubo una renovación de la conformación de ambas cámaras del Congreso, incorporándose así nuevos actores al debate político. La segmentación de las mayorías dentro de los hemiciclos promete un mayor ejercicio de fiscalización legislativa para las nuevas autoridades de los poderes públicos, tras la toma de posesión del 16 de agosto.
Aires de renovación
El gran ganador en la contienda ha sido el principal partido de oposición. La victoria del PRM, en muchos de los niveles de votación, marca el fin de un ciclo en la historia política dominicana, después de 16 años de gobierno consecutivo del PLD. Un ejemplo de ejercicio democrático y civismo, a pesar de que la abstención electoral fue de aproximadamente un 50%.
Otro aspecto relevante de estas elecciones fue la participación de figuras nuevas y jóvenes que proporcionaban a las boletas electorales de un aire de renovación y relevo político. Este fue consagrado de manera formal a través de la elección de jóvenes sin una trayectoria política de larga data, a diferencia de sus contrincantes. Destaca así la diputación obtenida por el abogado, político y activista social José Horacio Rodríguez, del partido minoritario Alianza País, quien resultó de los más votados dentro de una de las demarcaciones más difíciles de obtener escaños. Asimismo, el joven abogado Omar Fernández, hijo del expresidente Fernández, obtuvo también una curul dentro de la cámara baja.
Las elecciones marcan así un antes y un después en la historia democrática del país y muestran que los ciudadanos se han constituido en verdaderos vigilantes del ejercicio democrático dominicano. Las protestas tras la suspensión de las elecciones municipales de febrero toman fuerza y formalidad. Todo un reto para los nuevos gobernantes, que tendrán que enfrentarse a una población más activa y despierta.