Los datos no engañan: Brasil es una potencia emergente. El quinto país del mundo por superficie (ocho millones y medio de kilómetros cuadrados) y por población (195 millones de habitantes), su PIB supone el 2,5% mundial y supera los 1.500 billones, situándolo por detrás de España en el décimo lugar del ranking global. Si la comparación se realiza en el continente americano, su condición de potencia regional no arroja dudas: tercer país por extensión y segundo por población y PIB.
Durante los últimos seis años la pobreza del país se ha reducido del 28 al 16%, lo que ha propiciado asimismo un aumento de la clase media, que ya supone más de la mitad de la población activa. La esperanza de vida supera los 72 años.
Este es el Brasil de Fernando Henrique Cardoso (1994-2002) y, sobre todo, de Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva (2002-10). Tras las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta se celebra el próximo 3 de octubre, le llegará el turno a un nuevo candidato. ¿Quiénes son y, ante todo, qué defienden?
La candidata del Partido de los Trabajadores (PT) es Dilma Rousseff, de 62 años. Designada por Lula como su sucesora, ocupó el ministerio de Minas y Energía, primero, y después el cargo de ministra-jefe de la Casa Civil, esto es, jefa de personal del presidente, desde 2005. Economista de formación, aboga por la continuidad de las políticas de Lula, con el objetivo de que la campaña sea un plebiscito bipartidista entre los logros del gobierno de Cardoso y los del gobierno de Lula.
La oposición del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) ha apostado por José Serra, de 68 años. Fue diputado, senador y ministro federal en los gobiernos de Cardoso, y más recientemente prefecto capitalino y gobernador estatal de São Paulo. Economista de formación, no pone en duda los logros de Lula, y busca que la campaña electoral sea un choque de currículos, no de partidos o representantes de uno u otro ex presidente: Cardoso o Lula.
Las mayores diferencias entre ambos candidatos se concentran en la política exterior más que en la económica o social, según Paulo Vicentini, historiador brasileño. “Rousseff dará continuidad a la actual política: búsqueda de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, Mercosur, América Latina, así como el acercamiento con China, India, Rusia y Suráfrica, sin olvidar aproximaciones puntuales con regímenes que violan los derechos humanos”, afirma Vicentini. “Serra se opone a esta política: dejará la actual retórica ideológica contra EE UU y enfriará las relaciones con Cuba, Venezuela e Irán, además de intentar flexibilizar las relaciones comerciales con Mercosur”, añade.
Los datos no engañan: Brasil es una potencia emergente, en efecto, pero también es una potencia desigual. El porcentaje de población que vive con menos de dos dólares al día supone el 12,7%; la renta per cápita alcanza los 10.288 dólares, y según el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, en 2009 Brasil ocupaba el puesto 75, por debajo de Argentina, Uruguay, Cuba, Costa Rica, México, Venezuela y Panamá.
El próximo 31 de octubre se sabrá quién será el encargado de continuar la gestión de esta compleja y en ocasiones contradictoria maraña de datos.
Para más información:
Peter Hakim, «Brasil: decisiones de una nueva potencia». Política Exterior núm. 137, septiembre-octubre de 2010.
Editorial, «El mundo emergente». Política Exterior núm. 137, septiembre-octubre de 2010.
Marcel Fortuna Biato, «La política exterior de Brasil: ¿Integrar o despegar?». Política Exterior núm. 131, septiembre-octubre de 2009.
Brasil, año electoral, el adiós a Lula. Economía Exterior núm. 52 (primavera 2010)
Julimar da Silva Bichara, «Politica Exterior brasileña: multilateralismo e integración». Política Exterior núm. 126, noviembre-diciembre de 2008.
Alfonso Daniels, «Brasil, seguridad energética y política regional». Política Exterior núm. 124, julio-agosto de 2008.