La historia es bien conocida. En agosto de 2009 fallece Ted Kennedy, el senador demócrata por Massachusetts e icono progresista. A principios de 2010 se celebran elecciones para su asiento; contra todo pronóstico, las gana el republicano Scott Brown, haciendo una campaña populista a lomos de su camioneta pickup. Estupor en el Partido Demócrata, que ve el fin de su supermayoría en el Senado y, con él, la capacidad de Barack Obama para evitar que la oposición obstruya sus propuestas con maniobras parlamentarias. Es el principio del fin de su agenda: de ahora en adelante, el presidente se verá bloqueado una y otra vez por un legislativo en el que los republicanos son cada vez más poderosos.
La historia se repite el 12 de diciembre, aunque en esta ocasión el perjudicado ha sido Donald Trump. El juez ultraconservador Roy Moore acaba de perder contra el demócrata Doug Jones en las elecciones especiales de Alabama. Este estado es a la derecha lo que Massachusetts al centro-izquierda: un bastión inexpugnable, que desde hace 25 años no elige a un demócrata. Jeff Sessions, que ocupaba el escaño hasta convertirse en el fiscal general, ganó su reelección de 2008 con un 63% del voto. En las elecciones presidenciales, Trump aplastó a Hillary Clinton con más de 30 puntos de ventaja. Estupor en el Partido Republicano, cuya mayoría en el Senado (ahora 51–49) es cada vez más vulnerable.
La victoria de Jones no representa un éxito rotundo de la oposición. Moore es un fundamentalista religioso, que habla con nostalgia de la época en que existía la esclavitud y declaró que los musulmanes no deberían poder trabajar en el Congreso. Su campaña entró en barrena el 9 de noviembre, cuando el Washington Post reveló un amplio historial de abuso y acoso sexual a mujeres menores de edad. Su propio partido llegó a desautorizarle y algunos republicanos pidieron el voto para su rival. Por si eso fuera poco, los republicanos se están convertido en un partido tremendamente impopular: sus reformas sanitaria y tributaria, así como la valoración del propio presidente, alcanzan mínimos históricos en los sondeos de opinión pública.
Con estos vientos de cola formidables, Jones quedó tan solo 1,6 puntos por delante de su rival. El Partido Republicano, consciente de que Moore podía ganar, terminó por apoyarle y financiar su campaña. “Aunque no somos el país que eligió a Roy Moore anoche, somos el país que casi le elige”, advierte el periodista Ezra Klein. “Y eso merece una reflexión”.
now if democrats can just run against a child molester every time they’ll be in great shape
— raandy (@randygdub) December 13, 2017
A pesar de estos matices, los republicanos se encuentran en una situación precaria. El principal damnificado es Steve Bannon, el exasesor de Trump y ultranacionalista que apoyó a Moore con el fin de montar una insurgencia populista en el Partido Republicano. Los conservadores tradicionales también podrían ver puesta en peligro su reforma tributaria, actualmente en proceso de tramitación. De cara a las elecciones legislativas de 2018, los demócratas refuerzan sus posibilidades de desbancar a la derecha en el Senado. El Partido Republicano, todopoderoso hace un año, hoy se tambalea ante la impopularidad de su viraje hacia la extrema derecha. Para la oposición a Trump, el 12 de diciembre representa un punto de inflexión.
Queda por ver qué lecciones extraen los demócratas de su victoria. Resulta evidente que la movilización del voto afroamericano fue clave. Siendo un 26% de la población de Alabama, los votantes negros representaron ayer al 30% del total. Un logro considerable dada la ofensiva de los republicanos, que de 2009 en adelante han intentado reprimir su participación electoral a través de leyes electorales torticeras. Una de las claves en la derrota de Clinton fue precisamente la bajada de apoyo afroamericano con respecto a Obama.
Si algo demostraron las elecciones presidenciales fue precisamente que, para ganar en el país entero, al Partido Demócrata no le basta con no ser tan extremista como el republicano. En Alabama, Jones ha ganado simplemente por no ser Moore. Aunque contaba con una trayectoria sólida como jurista, incluyendo varios juicios contra integrantes del Ku Klux Klan, Jones realizó una campaña conservadora que en ocasiones molestó a su propio electorado. El reto que el centro-izquierda aún necesita resolver, por tanto, es el de dar un contenido inspirador a su oposición.