Kobane Calling
¿Cómo es el olor de una ciudad que ha dado una patada en el culo al ISIS? En el planteamiento y respuesta de esta pregunta se encuentra la esencia del último cómic del dibujante e ilustrador italiano Michele Rech, más conocido por su apodo Zerocalcare. Kobane Calling es una ventana al día a día de la comunidad kurda de Siria y un intento del autor de dar cara y voz a algunas de esas personas anónimas que durante mucho tiempo han representado la única resistencia efectiva contra el autodenominado Estado Islámico y que, a su vez, han participado en una revolución política y social que se ampara en los ideales de la participación democrática, el empoderamiento de la mujer y la libertad cultural, étnica y religiosa. Este territorio, que en 2011 declaró su autonomía en el Norte del país, es conocido como Rojava.
El libro nace de la experiencia del autor a lo largo de los dos viajes que hizo por las regiones del Kurdistán de Turquía, Irak y Siria con la asociación Rojava Calling, una de las organizaciones de la red italiana de solidaridad con el pueblo kurdo que busca llevar ayuda humanitaria a la zona y explicar lo que pasa más allá del conflicto bélico imperante. Su primer destino, en noviembre de 2014, fue la pequeña población kurda de Mehser (Turquía), situada en la frontera con Siria y justo delante de Kobane, capital de uno de los tres cantones que forman el Rojava y que en esos momentos estaba en manos del grupo Estado Islámico.
A mitad de camino entre un cuaderno de viaje y un reportaje hilvanado a partir de las historias de sus protagonistas, Zerocalcare muestra desde primera línea la organización de la contraofensiva kurda en todas sus dimensiones, desde los campos de refugiados autogestionados, pasando por el almacenamiento de alimentos y medicamentos que realizan a diario las organizaciones no gubernamentales, hasta la batalla que a tan solo un kilómetro de Mehser libran las unidades de protección popular kurda –las femeninas (YPJ) y las mixtas (YPG)– contra los miembros del grupo terrorista, representados como si fueran villanos de un cómic de superhéroes. Amparándose siempre en la ironía, el dibujante italiano no duda en utilizar la parodia para atacar a los extremistas y hacer caer su fachada de bárbaros inhumanos, definiéndolos más adelante como simples personas, drogadas e ignorantes del porqué y el contra quién están luchando.
En su segundo viaje, en julio de 2015, Zerocalcare recorrió Rojava desde la frontera con el Kurdistán iraquí hasta la mismísima Kobane, entonces recién liberada. Allí descubre e ilustra una ciudad completamente destruida, llena de bombas escondidas y donde, respondiendo a la pregunta que encabeza esta reseña, el olor imperante es el de los cadáveres de ambos bandos que siguen sepultados bajo los escombros. En este punto, el autor, más que buscar la exactitud de sus trazos, se permite dibujar aquello que siente, abriendo así una puerta directa entre el lector y las ruinas de Kobane. Y es que, como en otros de sus trabajos, sentimiento e ironía chocan y se entremezclan a lo largo de todo el cómic, como también lo hacen las historias personales de dolor y guerra con el día a día de Rojava y su modelo de convivencia pacífica.
Con todo, y a pesar del activismo de Rech a favor de la causa kurda, Kobane Calling no pretende ser panfleto de ninguna sociedad utópica en Oriente Medio. Él mismo hace autocrítica del entusiasmo orientalista creado a partir de imágenes de mujeres sin velo, “emancipadas, con fusiles, guapas y aspirantes a occidentales” en contraposición a la idea generalizada de que en cualquier país árabe “las mujeres son todas víctimas y llevan velo a la fuerza”. Al mismo tiempo, Zerocalcare es consciente de las contradicciones que conlleva una guerra y de las infracciones cometidas en cada bando.
No obstante, esta novela gráfica es un compendio de testimonios cuya historia personal y colectiva genera proximidad y empatía en el lector a través de sus viñetas. Al fin y al cabo, como decía el propio autor, “cuando conocemos a alguien lo recordamos más vivamente y nos toca más de cerca”. Estas palabras se las dedicaba a una joven miembro del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que conoció durante uno de sus viajes y que murió a principios de junio de 2017 luchando en el frente de Raqqa. Ayse Deniz Karacagil, una turca condenada a 100 años de prisión por el gobierno turco en 2013, es una de las muchas mujeres que actualmente estudian y se entrenan en las bases del movimiento kurdo en los montes Qandil, siguiendo los postulados de su líder Abdulá Öcalan quien, en prisión desde 1998, ha contribuido a la creación de esa misma ideología que hoy es la base del contrato social del Rojava.