Por Pablo Colomer.
“En noviembre, Obama ganará por un margen de 5 o 6 puntos sobre Romney”. Para Thomas F. Schaller, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Maryland, la apuesta es sencilla. En un desayuno de trabajo organizado por el Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (Incipe), Schaller explicó que en 2000, 2004 y 2008 predijo, ante unas audiencias internacionales desconfiadas, los resultados de esas elecciones. “Por lo tanto, no me hagáis ningún caso”, reflexionaba divertido.
En esta ocasión, los asistentes asintieron ante el pronóstico. Barack Obama parece tener el camino despejado para lograr la reelección. De los últimos diez presidentes que se presentaron a un segundo mandato, tres perdieron: Gerald Ford, Jimmy Carter y George H. Bush. El resto consiguió revalidarlo. ¿De qué depende que Obama cumpla con las expectativas? De lo que hizo perder al último de la lista antes citada: la economía.
Con unas estimaciones de crecimiento en torno al 2,5-3% y un desempleo por debajo del 9%, Obama tiene asegurada la reelección, según Schaller. Por el momento, la economía estadounidense gana un poco de aire, con el paro situado en torno al 8,3% y un crecimiento previsto para 2012 del 2,1%. No son números excelentes, pero la tendencia es positiva.
División republicana
Las mejores noticias que recibe Obama, sin embargo, no vienen del campo económico, sino del frente enemigo. Como recuerda el embajador americano en España, Alan Solomont, siempre que uno de los dos partidos se presenta dividido a las elecciones, pierde – en ocasiones, unido también pierde, como sucedió con John Kerry en 2004. Hoy los republicanos andan inmersos en unas primarias largas y cruentas. Mitt Romney encabeza la carrera a gran distancia de Rick Santorum y Newt Gringich. Para seguir los delegados que han conseguido cada uno, vea este gráfico interactivo.
Ganar la carrera está lejos de garantizar a Romney el favor de sus correligionarios. El partido Republicano suele dividirse en tres alas: la de negocios, la de seguridad y defensa, y la social y religiosa. Por lo general, el candidato necesita el apoyo de al menos dos alas para conseguir la nominación. Romney tiene el apoyo de la primera, pero no ha conseguido demasiado apoyo de las dos restantes. Una, dominada por John McCain (seguridad y defensa), su rival en las primarias de 2008; otra, encabezada por Santorum, su principal rival en 2012.
En época de crisis económica, la imagen de Romney como magnate de los negocios no le ayuda. Si ganase, sería uno de los presidentes más ricos casi desde el primero de la lista, George Washington, poderoso terrateniente virginiano. Muchos republicanos, además, lo perciben como demasiado centrista, por su historial como gobernador de Massachusetts. Su giro a la derecha en las primarias se ha considerado oportunista.
A su favor juegan el bajo grado de aprobación de Obama y la polarización del electorado. Una vez finalizadas las primarias, Romney podría conseguir reunir el apoyo interno necesario y lanzarse en un dura campaña contra el “socialista europeo”. ¿Será suficiente?
Mejor 2016 que 2012
Algunos piensan que los resultados de las elecciones de medio mandato en noviembre de 2010 pueden servir de orientación. Schaller no lo cree así, ya que el votante medio en las midterm elections es diferente del de las generales: más viejo, más conservador, menos urbano. Además, el papel que podría jugar el Tea Party en unas elecciones presidenciales, tras su protagonismo en 2010, es todavía una incógnita. Schaller recomendaría a los republicanos, en todo caso, que se centrasen en 2016 y se olvidasen de 2012.
El partido dispone de figuras prometedoras como el cubano-americano Marco Rubio, senador por Florida, o Bobby Jindal, gobernador de Luisiana, de origen indio. Sin embargo, no parece que el primero vaya a entrar como vicepresidente en el ticket de Romney. Schaller cree que en la elección del ticket republicano no habrá experimentos ni ruptura de techos de cristal, como sucedió en 2008 con Sarah Palin.
En el bando demócrata, nadie piensa aún en el horizonte 2016, salvo Hillary Clinton, quien ya ha asegurado que no repetirá como secretaria de Estado si Obama gana. Quizá tema los cuatro años más de lucha partisana que esperan a la administración demócrata en caso de victoria. Quizá esté cansada de tantas carreras inútiles.
Para más información:
Jaime de Ojeda, «Carta de América: El poder del dinero y la batalla por el candidato republicano». Política Exterior 146, marzo-abril 2011.
Jaime de Ojeda, «Carta de América: Demócratas y republicanos en la batalla contra el déficit». Política Exterior 141, mayo-junio 2011.
Jaime de Ojeda, «Carta de América: El Tea Party en la prueba de noviembre». Política Exterior 138, noviembre-diciembre 2010.