¿Cuál es el eje de la relación España-Brasil? ¿En qué ámbitos pueden colaborar en América Latina?
En su primera gira latinoamericana como presidente del gobierno, Pedro Sánchez visitó en agosto Chile, Bolivia, Colombia y Costa Rica. El mayor país de la región, Brasil, no estuvo en la agenda por encontrarse en plena campaña electoral. Sin embargo, pese a la crisis política y económica que atraviesa, Brasil sigue siendo un destino primordial para las empresas españolas. Más allá de la economía, ¿qué constituyen o pueden constituir los ejes de la relación entre España y Brasil? Cuatro expertos analizan las áreas que cimientan la relación bilateral y otras sobre las que construir una relación de futuro y colaboración en América Latina.
Bruno Ayllón Pino | Investigador asociado al Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación en la Universidad Complutense de Madrid
El principal eje de las relaciones hispano-brasileñas son las relaciones políticas bilaterales, afectadas en los últimos cuatro años por un preocupante proceso de parálisis, consecuencia de la crisis política de Brasil, durante el segundo gobierno de Dilma Rousseff (2015-16), y de la inestabilidad experimentada en España fruto de los resultados de las elecciones generales de diciembre de 2015. La estabilidad política en ambos países fue la clave de la intensificación de las relaciones bilaterales en su época dorada, inaugurada con la puesta en marcha de una Asociación Estratégica en 2003. La buena sintonía política entre los gobiernos abrió entonces la puerta al incremento espectacular de las relaciones económicas, el segundo eje prioritario, especialmente en el campo de las inversiones de empresas españolas en Brasil, y en el crecimiento de los intercambios comerciales, que batieron su récord en 2013 alcanzando un valor de 8.040 millones de dólares.
En 2018 la situación es bien diferente. Primero, la crisis económica de España, a partir de 2010 y, posteriormente, la crisis económica de Brasil, a partir de 2013, golpearon fuertemente el comercio bilateral y el flujo de inversiones españolas en el gigante brasileño, hoy una potencia menguante.
Con este panorama poco halagüeño, los campos de actuación conjunta en Latinoamérica sufren constreñimientos estructurales y coyunturales de magnitud considerable. Es en el ámbito multilateral donde las posibilidades de aunar los esfuerzos hispano-brasileños encuentran una plataforma más propicia para la realización de los intereses de ambos países. En primer lugar, en el terreno de las relaciones entre la UE y el Mercosur, donde España y Brasil deberían intensificar sus contactos y coordinar sus capacidades negociadoras para llevar a buen término un acuerdo comercial que satisfaga a todas las partes. En segundo lugar, en el espacio iberoamericano. Más concretamente, a través del apoyo conjunto a la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), foro privilegiado para el impulso a la cooperación en una amplia gama de temáticas como la cooperación educativa, científica y tecnológica.
Anna Ayuso | Investigadora sénior para América Latina en CIDOB (@AyusoAnna)
Desde que al final del siglo pasado España y Brasil relanzaron su aletargada relación han superado numerosas turbulencias económicas y políticas, pero siguen siendo socios estratégicos. La relación se cimentó en un aluvión de inversión española que convirtió a Brasil en el principal destino de la inversión española (hoy el tercero) y a España en el segundo inversor en stock en Brasil, solo por debajo de Estados Unidos. El principal sector fueron los servicios, especialmente bancarios con el desembarco del Grupo Santander, que se convirtió en uno de los principales bancos de Brasil. También Telefónica transformó a Vivo en una de las principales operadoras de telecomunicaciones. Siguió el sector energético con Repsol, Endesa e Iberdrola, y constructoras de infraestructuras como Sacyr, OHL o Abertis. Estos sectores tienen aún un gran potencial de crecimiento y se han ido uniendo la industria turística, la editorial o la moda. Las crisis recientes en ambos países hicieron mella en los flujos, pero no hubo desinversión y hoy se busca potenciar sectores de innovación tecnológica. En cambio, las relaciones comerciales no acaban de despegar lastradas por el fracaso en las negociaciones entre la UE y Mercosur.
En lo político, Brasil es un socio imprescindible para España en el contexto latinoamericano para fortalecer las relaciones políticas, culturales y la cooperación iberoamericana. También para relanzar la relación estratégica de la UE con América Latina, en dificultades por la inestabilidad regional. Una vez despejada la incógnita de las presidenciales en Brasil será hora de reforzar una asociación resiliente.
Antonio Cortina | Director adjunto del Servicio de Estudios de Banco Santander
Brasil es un país muy importante para la economía española. La relevancia no lo es tanto en el plano comercial como en el de la inversión directa. Los intercambios comerciales han crecido a un ritmo elevado en los últimos años, muestran una diversificación sectorial notable. España es aún el destino decimosexto de las ventas al exterior de Brasil, y Brasil ocupa un lugar semejante en el ranking de las exportaciones españolas. Los intercambios comerciales parten de un nivel modesto lo que tiene que ver con que Brasil es una economía con un peso modesto del comercio en su PIB y España tiene una notable concentración de su comercio con la UE. La inversión directa española en Brasil es mucho más relevante. En términos de stock, Brasil es el tercer destino más importante para las empresas españolas, al tiempo que España es el tercer inversor más relevante para Brasil, con un stock próximo a los 40.000 millones de euros y una dinámica que, más allá de las fluctuaciones típicas de la coyuntura económica o política, sigue siendo muy positiva. Muchas de las principales compañías españolas del sector financiero –Banco Santander tiene en Brasil un eje fundamental de su actividad–, las telecomunicaciones, la energía, bienes de equipo o construcción pública tienen una presencia relevante en Brasil. Por su dimensión, potencial de crecimiento, diversificación de su economía, su influencia en el conjunto de Latinoamérica y su apertura a la inversión exterior, Brasil ha sido y es un eje de la internacionalización y el desarrollo de las empresas españolas.
La experiencia de la integración española en la UE, de los beneficios de la liberalización comercial y la armonización regulatoria puede ser compartida con Brasil y el Mercosur, uno de los acuerdos menos abiertos de América Latina, especialmente en esta etapa en que se observan retrocesos en el libre comercio. La finalización del acuerdo comercial Mercosur-UE, la profundización en la cooperación entre las autoridades financieras europeas y brasileñas, el impulso a los intercambios comerciales y de la inversión en ambos sentidos, donde las multinacionales brasileñas han de ocupar un papel creciente, son ámbitos con un enorme potencial de crecimiento.
Trinidad Jiménez García-Herrera | Directora de Estrategia Global de Asuntos Públicos en Telefónica
Dentro de las prioridades marcadas por la política exterior española, con independencia del partido que estuviera al frente del gobierno, ha estado siempre Iberoamérica. Esa constante histórica incluye, sin lugar a duda, a Brasil, y ello quedó reflejado en la elección de este país para suscribir un Acuerdo de Asociación Estratégica con España. Pero, más allá de las razones históricas, culturales o identitarias presentes para reforzar los lazos entre los dos países, existen otros motivos que han hecho de Brasil un destino fundamental para España. El principal es la fortaleza de este país en el contexto internacional, tanto por su dimensión geoestratégica, dinamismo económico, como por su desarrollo como mercado y destino de inversiones. De ahí que, en los últimos años, los principales ejes de las relaciones entre los dos países estén muy marcados para las relaciones económicas y la presencia de empresas españolas en Brasil.
A pesar de las incertidumbres presentes, tanto por su condición de economía emergente, como por la inestabilidad política, lo cierto es que sigue siendo un destino muy atractivo para las empresas que necesitan ampliar sus mercados. Mercados que, lejos de agotarse, tienen un gran potencial. Pero, además, sería muy interesante avanzar en la condición de “socios” en el escenario global y regional: en el ámbito de la seguridad o de la lucha contra el narcotráfico, en la apuesta por un desarrollo sostenible y preservación del medio ambiente, en la consolidación de una agenda digital que ayude a América Latina a mejorar su productividad y su incorporación a la cuarta revolución industrial. Para ello, habría que apostar por una mayor integración regional, en la que Mercosur constituiría un hito extraordinario, tanto para el sur del continente, como para consolidar los puentes de intercambio con la UE. Pero también se le puede pedir a Brasil un mayor liderazgo en su entorno, tanto para afrontar los retos globales de una manera coordinada con sus vecinos, como para resolver los desafíos pendientes en la región. En todos esos ámbitos, España tiene una larga tradición de colaboración, permanencia y deseo de compartir el futuro que está por escribir.