La salud de Hugo Rafael Chávez Frías, de 57 años, es objeto de numerosas especulaciones. Tantas como las que rodean la salud de las estrellas del deporte. Chávez no es una estrella del deporte, pero sí de la política, como presidente de Venezuela, heredero de Simón Bolívar, referente de la integración regional y presentador del programa Aló Presidente, entre otras responsabilidades.
El 21 de febrero, Chávez anunció que le habían descubierto una lesión en el mismo lugar donde se le extirpó un tumor maligno hace menos de un año. En estos momentos se recupera de esta operación en Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas de Cuba. Mientras los rumores sobre su salud se multiplican, Chávez no delega el poder en nadie y vuelve a gobernar desde la distancia. Según se desprende de sus palabras, se considera insustituible. “Chávez no se acabará porque Chávez ya se hizo esencia nacional”, afirmó antes de partir de nuevo hacia Cuba.
Según el director del diario opositor TalCual, Teodoro Petkoff, “Chávez es el Estado”. Los últimos meses han puesto en evidencia que sin Chávez, la “revolución bolivariana” que encabeza no tiene demasiado futuro. En ningún momento del proceso de intervenciones quirúrgicas y convalecencias se ha activado un mecanismo sucesorio formal. Según las normas constitucionales, Chávez debería haber delegado formalmente el poder en el vicepresidente, Elías Jaua. El que no lo haya hecho parece indicar la escasa confianza que tiene en su entorno.
Las cifras de apoyo a Chávez continúan por encima del 50%. Cuando llegó al poder hace 13 años el barril de crudo estaba en 27 dólares. Hoy supera con holgura los 100 dólares. El petróleo representa alrededor del 60% de los ingresos del presupuesto estatal y en torno al 30% del PIB. Desde 1998, el gobierno ha gastado 517.000 millones de dólares de ingresos petroleros. Con la distribución de parte de ese dinero entre sectores antes marginados, Chávez ha conseguido reducir la extrema pobreza del 20% al 10%. La probabilidad de que un niño muera antes de cumplir los cinco años bajó del 2,5% al 1,8% entre 1999 y 2010, según el Banco Mundial. En ese mismo período, el desempleo ha bajado del 15,2% al 8,5% actual.
A pesar de estas cifras de apoyo social, la situación en Venezuela ha cambiado en el último año. A la ausencia de Chávez hay que sumar la reaparición de una oposición unida. La coalición opositora Mesa de Unidad ha elegido como líder a Henrique Capriles Radonski. El gobernador del Estado de Miranda, el segundo más poblado del país, ha ofrecido mantener los programas sociales de Chávez. Al mismo tiempo, promete fortalecer el marco institucional, restaurando la autonomía del Banco Central, de la petrolera estatal PDVSA y de las fuerzas armadas.
Todavía quedan más de seis meses para las elecciones presidenciales, previstas para el 7 de octubre. Para entonces, tanto la salud de Chávez como la de Venezuela podrían correr peligro. O salir indemnes una vez más. La inflación se acerca al 30%. Y el problema con la deuda externa continúa: en la última década, la deuda pública nacional se ha incrementado en un 1.000% en términos nominales.
Para más información:
Erika M. Rodríguez Pinzón, «Los Andes, una región a pesar de sí misma». Política Exterior 143, septiembre-octubre 2011.
Daniel Hellinger, Jennifer McCoy, John Walsh y David Smilde «What Are Capriles’ Chances of Defeating Chávez in October?». Latin America Advisor, febrero 2012.
Cesar J. Alvarez y Stephanie Hanson, «Venezuela’s Oil-Based Economy». Council on Foreign Relations, febrero 2009.
Isidro Sepúlveda, «Hugo Chávez: pretorianismo y predestinación». Política Exterior 122, marzo-abril 2008.