¿Quién está detrás del reciente desplome en el precio del petróleo? A primera vista, el fenómeno contiene todos los elementos de una conspiración internacional. Con varios de los principales exportadores de crudo sumidos en la inestabilidad (véase Nigeria, Libia, Irak y Siria), el precio del barril no ha hecho más que descender a lo largo del verano. “Los precios del petróleo se mantienen inquietantemente tranquilos frente a riesgos geopolíticos crecientes”, anunciaba en agosto la Agencia Internacional de Energía. La dinámica no ha hecho más que continuar, alcanzando una reducción del 25% a lo largo del verano. Desde mediados de octubre, el precio del barril de Brent oscila en torno a los 85 dólares.
¿Qui bono? El 15 de octubre, Thomas Friedman se sumaba a una teoría que está ganado adeptos: la de que Estados Unidos y Arabia Saudí se han alineado para bajar el precio del petróleo. Su objetivo sería debilitar a Siria, Irán y Rusia. La teoría tiene un precedente: en 1985 la producción de crudo saudí aumentó exponencialmente, rebajando los precios del petróleo y dañando a la economía soviética, que de la noche a la mañana perdió 20.000 millones de dólares anuales en ingresos petrolíferos. Ocurre, además, que la Venezuela de Nicolás Maduro y el Ecuador de Rafael Correa, poco afines a EE UU, también se ven perjudicados por precios bajos. Como muestra la siguiente gráfica, ni Irán ni Rusia, ni mucho menos Venezuela, pueden mantener su gasto actual con el barril de petróleo a 85 dólares.
En una economía global adicta al petróleo, cualquier fluctuación brusca en los precios tendrá consecuencias imprevistas. Y aquí es donde hace aguas la teoría de Friedman: en el corto plazo, ni Washington ni Riyad salen ganando de su supuesta maniobra.
En primer lugar, el descenso del precio del barril obedece a realidades innegables. La primera es el reciente boom energético de EE UU, impulsado por la aparición del fracking y la aparición de gas y petróleo shale. La siguiente es la ralentización del crecimiento en China (y, en menor medida, Brasil e India), que hasta ahora había empujado la demanda de crudo.
En segundo lugar, aunque el descenso del petróleo es positivo para el conjunto de la economía global (Tom Helbling, del Fondo Monetario Internacional, calcula que podría aumentar el crecimiento mundial en un 0,5%), ni EE UU ni Arabia Saudí se ven especialmente beneficiados. El primero, convertido en líder mundial en producción, se vería dañado si los precios continúan descendiendo. Un 20% de las reservas de shale no pueden explotarse y generar beneficio al precio actual. En el caso de Arabia Saudí, el saldo es negativo para sus finanzas y solo puede mantenerse gracias a las considerables reservas de divisas del reino.
En el caso de la Unión Europea, enfrentada con Rusia por la crisis de Ucrania, el abaratamiento tendría efectos mixtos. En palabras de Malcolm Bracken, analista de petróleo, “Putin necesita nuestro dinero más que nosotros su petróleo”. Pero aunque el abaratamiento resulte beneficioso, podría cimentar la dependencia energética del este de Europa, que obtiene su petróleo y gas de Rusia. También podría consolidar la deflación, ese fantasma que recorre la zona euro y que el Banco Central Europeo no logra contrarrestar.
Entretanto, los grandes beneficiados son importadores netos con grandes necesidades de crudo, como India y China. La Corporación Nacional de Petróleo de China, propiedad del Estado, está llevando a cabo una inversión en petróleo sin precedentes, principalmente a través de Omán y los Emiratos Árabes Unidos.
Por último, no parece que Vladimir Putin vaya a caer con la misma facilidad con que cae el precio del petróleo, aunque los hidrocarburos conformen el 70% de las exportaciones rusas. En un minucioso análisis de los ganadores y perdedores de la situación, The Economist estima que la economía rusa podría encajar el abaratamiento del petróleo aumentando su déficit en tan solo un 1% del PIB. Conviene recordar que, hasta el momento, el desplome de la economía rusa no se ha visto acompañado de un desplome en la valoración pública de Putin. Más bien todo lo contrario. Y como observa Andrés Ortega desde el Instituto Elcano, en Oriente Próximo Irán e Irak verán mermados sus ingresos y con ello tal vez su capacidad de combatir al Estado Islámico.
Si el abaratamiento del petróleo obedece a una decisión política, se trata de una estrategia que tardará en dar sus frutos. Un reciente estudio de Goldman Sachs reforzaría esta hipótesis. El gigante de la banca de inversión americana asegura que los precios bajos han venido para quedarse, y calcula que el barril de Brent podría descender hasta los 75 dólares en el primer trimestre de 2015. El tiempo dirá si la conspiración es real o ficticia.