Otras elecciones que definen el futuro de Irán

Catalina Gómez Ángel
 |  25 de febrero de 2016

Todo estaba dado para que el gobierno de Hasan Rohaní y el bloque moderado-reformista fueran los grandes ganadores de las elecciones del 26 de febrero en las que se eligen los 290 integrantes del Parlamento y los 88 representantes al Consejo de Expertos, un selecto grupo de doctores expertos en la interpretación de la ley islámica. Y es que si bien el presidente de Irán no ha hecho realidad su promesa de sacar adelante mayores reformas sociales y la economía todavía camina con muletas, sí hizo realidad el prometido acuerdo que pone límites al programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones económicas que asfixiaban al país. Este gran paso, al menos sobre el papel, debería ser suficiente para crear un atmósfera de optimismo en el país.

 

 

Y de respaldo al gobierno. Pero el sistema electoral de la República Islámica está lejos de ser convencional. Los 12 clérigos que conforman el influyente Consejo de Guardianes –tienen como tarea evaluar las credenciales revolucionarias y religiosas de cada candidato a un cargo de elección popular– se han encargado de ponerle obstáculos a los sectores moderados y reformistas que esperaban retomar el control del Parlamento y el Consejo de Expertos, ambos en manos de los conservadores y el sector más radical.

De las aproximadas 12.000 candidaturas que se presentaron para el Parlamento, o Majles, la mitad fueron aceptadas. Y solo 200 de esos candidatos pertenecen a sectores con una mentalidad más moderada. El resto de los 2.800 candidatos de este bloque quedaron eliminados. También lo fue un gran número de conservadores, pero nunca en igual proporción.

La misma dinámica se repitió con las candidaturas a las elecciones del Consejo de Expertos, donde la gran sorpresa se dio con la descalificación del Hasan Jomeini, el hoy popular nieto del imam Jomeini, quien había decidido presentar su nombre bajo el manto de la lista progresista liderada por el expresidente Hashemí Rafsanjaní. La participación de Jomeini, de 43 años, había sido analizada como una jugada de los moderados-reformistas para inclinar la balanza a su favor en el control de esta asamblea, pero en especial en el caso de que se tuviera que elegir un nuevo Líder Supremo.

El apellido Jomeini sigue siendo muy popular en un gran sector de la sociedad, aún a pesar de que el sistema, o Nizam, ha tratado de aislarlos como consecuencia de su cercanía con los sectores más moderados. El ayatolá Ali Jamenei, de 76 años, ha reconocido personalmente que podría dejar de existir en los próximos 10 años. El año pasado fue operado de la próstata y los rumores de que sufre un cáncer llevan años circulando en Teherán, sin que nadie pueda probarlo.

Pero aún así, su futuro crea incertidumbre. Esto ha hecho que las elecciones del Consejo de Expertos, que se convocan cada ocho años, pasen a tener una importancia única. Son ellos los que decidirán el futuro de Irán, ya sea eligiendo un nuevo líder o un comité conformado por varias autoridades, una idea que ronda entre los analistas iraníes hace tiempo. Si los radicales obtienen la gran mayoría, lo más posible es que la dirección del país sea la de la línea dura.

 

Reformistas versus radicales

De 800 candidaturas a este Consejo de Expertos, solo 161 fueron aceptadas. Y 60 de ellos pertenecen al bloque moderado-reformista. En un país donde los partidos realmente no existen, la política ha quedado divida en dos bloques dentro de los que a su vez existen agrupaciones con tendencias más o menos radicales o reformistas. Entre los seleccionados para ser candidatos del sector progresista se encuentran el presidente Rohaní y el ayatolá Rafsanjaní, que han impulsado una campaña para que la población participe masivamente en ambas elecciones.

La estrategia es que a mayor número de votos habrá más representación de los reformistas y podrán ganarle terreno a los radicales, especialmente en el Consejo de Expertos donde los analistas señalan que tres de los ayatolás más alineados con el régimen buscan quedarse con el poder. En los medios sociales iraníes circula una campaña para vencer a quienes se consideran los representantes de la línea dura: el ayatolá Ali Janati –líder del Consejo de Guardianes–, el ayatolá Mohammad Yazdi –cabeza del Consejo de Expertos– y el ayatolá Mesbah Yazdi, influyente clérigo que fue el gran apoyo del expresidente Mahmoud Ahmadineyad.

“Tenemos que evitar que el extremismo religioso y el radicalismo político se institucionalice en este país”, ha dicho Rafsanjaní, que criticó con dureza al Consejo de Guardianes por haber influido en el resultado de las elecciones con su decisión de vetar a la mayoría de candidatos de su bloque. ¿De dónde han recibido su calificación? ¿Quién les dio esta calificación? ¿Quién les dio el permiso para juzgar? ¿Quién les dio el derecho a tomar todas las armas, tener todas las plataformas, los púlpitos de los viernes y dirigir la radio y televisión pública?

La crítica iba especialmente dirigida al octogenario director del Consejo de Guardianes, Janati, que para muchos analistas ha terminado por acumular un poder que no le corresponde. Este poder, cabe aclarar, no sería posible sin el respaldo del líder Jamenei. “Si lo que queremos es un Majles idéntico, ¿por qué no dejamos el que está?”, sentenció el presidente Rohaní.

Las críticas han sido contestadas directamente por el líder supremo, quien ha mencionado que los poderes occidentales estarían tratando de influir en las elecciones. Desde otras tribunas cercanas al régimen también se ha dicho que las críticas al Consejo de Guardianes son una estrategia liderada por Estados Unidos y Reino Unido. Incluso se circuló un campaña para que los candidatos a las parlamentarias hicieran público su rechazo hacia occidente. “Cuando hablo acerca de un complot, de infiltraciones estadounidenses, frustro a mucha gente. Ellos preguntan por qué nosotros hablamos de infiltración todo el tiempo (…) Pero hay un complot real. Algunas veces incluso los mismos infiltrados no saben que son parte de ello”, afirmó el líder supremo antes de las elecciones.

 


La participación, clave

Con este panorama la única opción del bloque moderado-reformista es lograr atraer el mayor de número de votantes a las urnas. Cincuenta y cinco millones de iraníes son aptos para participar. Para eso se han movilizado con una gran campaña en la que múltiples personalidades invitan a votar a través de vídeos difundidos en las redes sociales, en especial en Instagram y Telegram, muy populares en Irán. El presidente Rohaní hizo lo mismo a través de un mensaje de texto a toda la población.

Pero movilizarlos no es tarea fácil. Y por muchas razones. Hay un sector que cree que votar le da legitimidad al régimen. Otros muchos no creen que el Parlamento pueda hacer algo por el cambio después de ocho años en los que la mayoría de representantes nunca plantearon un debate decente. Parecían ser portavoces de sus jefes o simplemente se dedicaban a sus propios intereses. En algunos distritos el veto fue tal que solo hay un candidato para un puesto.

Muchos se quejan de sus problemas económicos, que siguen afectando especialmente a la base de la sociedad. Pero para los representantes de ambos bloques estas elecciones van mucho más allá de los problemas diarios de los ciudadanos. Como todas las elecciones desde que se fundara la República Islámica en 1979, estas también son acerca del futuro de Irán.

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