Turbulencias en Lima. El 24 de febrero dimitió César Villanueva, presidente del Consejo de Ministros de Perú. Y no ha sido un divorcio de terciopelo: Ollanta Humala, presidente desde 2011, le ha acusado de “faltar a la verdad”. Su antiguo premier ha respondido deseándole suerte en la “aventura política” que va a emprender.
El episodio sorprende por dos motivos. El primero, paradójicamente, es que no sorprende. René Cornejo, elegido como sustituto de Villanueva, es el quinto premier en tres años. Se consolida la inestabilidad como rutina. El segundo es el motivo de la dimisión en sí. Villanueva accedió al cargo con el propósito de fortalecer las instituciones peruanas y lo abandona por su falta de sintonía con Nadine Heredia, mujer de Humala, cofundadora del oficialista Partido Nacionalista Peruano (PNP) y mano derecha del presidente. El detonante fue el fracaso de su propuesta para elevar el sueldo mínimo, rechazada por Heredia y el ministro de Economía.
Los cables filtrados por Wikileaks confirman la hipótesis de que Heredia es la eminencia gris del ejecutivo. Tras la elección de Humala, un diplomático no identificado definía al presidente como “un hombre sin preparación ni experiencia, idealista y absolutamente influenciable por su esposa, que es marxista”.
El verdadero marxista es Humala. Con el matiz de que es discípulo de Groucho y no de Karl. Antes de presentarse ante las urnas, el presidente y su hermano Antauro Humala protagonizaron un alzamiento militar contra el gobierno de Alberto Fujimori. Aunque su padre, Isaac Humala, es el fundador del etnocacerismo, el presidente ha pasado del nacionalismo étnico al chavismo, y del chavismo a la socialdemocracia impulsada por Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil. El viraje hacia el centro –o, llegados a este punto, hacia la derecha– continua tras su elección. Sirva como ejemplo el proyecto minero Conga, en la región de Cajamarca. Haciendo suya la opinión de la población local, que sufre cuando la minería destruye el entorno natural, el candidato Humala se opuso rotundamente. El presiente Humala, tentado por una inversión de 4.800 millones de dólares, cambió de opinión.
Los marxismos que practican el presidente y su esposa no son el único problema político que afecta a Perú. En diciembre de 2013, miembros del colectivo Anonymous hackearon la web del ministerio del Interior, exponiendo correos confidenciales. El mes anterior se había descubierto que los servicios de seguridad protegían a Óscar López Meneses, colaborador de Vladimiro Montesinos. Montesinos fue el hombre fuerte de Fujimori, epítome de corrupción y violencia autoritaria. El episodio, unido al juicio por crímenes de lesa humanidad del expresidente, muestra hasta qué punto las heridas abiertas por Sendero Luminoso y la dictadura fujimorista aún no han cicatrizado – aunque la sociedad peruana, a diferencia de la española, está realizado un esfuerzo valiente por enfrentarse a su pasado.
Aunque la coyuntura política no es la ideal, la economía peruana pasa por un momento excelente. 2013 cerró con un crecimiento del 6,2%, el más elevado de América Latina. Con una inflación del 2,1%, Perú puede presumir además de estabilidad macroeconómica. Incluso Mario Vargas Llosa, que en el pasado calificó la elección entre Humala y su rival Keiko Fujimori –hija de Alberto y tibia respecto a los crímenes cometidos por su parte– como escoger entre morir de cáncer o de sida, salió en su defensa recientemente. El escritor ha calificado a Humala como “impecable” y denunciado el monopolio de los medios de comunicación por el grupo El Comercio, excesivamente crítico con el gobierno.
Humala ha alienado a su base política –el campesinado pobre de la sierra– en favor de la burguesía limeña, pero esta se mantiene recelosa. Si el crecimiento económico experimenta un frenazo, las contradicciones de Humala se volverán difíciles de gestionar. Es de esperar que la economía continúe creciendo, pero más por el bien de los peruanos que por la supervivencia política de su presidente.
Para más información:
Mario Vargas Llosa, «¿Un castillo de naipes?». El País, enero de 2014.
«Peru’s roaring economy: Hold on Tight». The Economist, febrero de 2013.