El 25 de junio de 2012, el candidato islamista Mohamed Morsi fue declarado vencedor de las elecciones presidenciales egipcias. Por primera vez el país tendrá un presidente de la República no militar, y por primera vez los Hermanos Musulmanes, el movimiento político islamista nacido en 1928, accederá al máximo puesto de responsabilidad y representación política en un país árabe. Su victoria representa un paso adelante en la difícil y tortuosa transición democrática egipcia, escrutada en Afkar/Ideas 34.
Otra cuestión protagonista es la de los árabes en la diáspora, cuyo papel va más allá del terreno económico. Tanto la clase política como la opinión pública de los países de origen desconfían del papel político que pretenden desempeñar estos ciudadanos, cuyos derechos civiles y políticos no pueden ser ejercidos al completo. En Túnez han conseguido el derecho de voto, pero siguen sin contar con el derecho a ser elegidos. En Egipto, la diáspora se encuentra más diseminada geográficamente y más desorganizada. La implicación económica de estos ciudadanos en su país de origen está probada, pero aún queda trabajo por hacer para lograr su participación política y cultural.
La “ola verde” o el auge del islam político parece no haber afectado a Argelia como a Marruecos, Túnez o Egipto. El descrédito político de los islamistas por su participación en el gobierno y la alta abstención han beneficiado a los dos partidos de la “Alianza presidencial”, el FLN, antiguo partido único, y el RND, su “hermano-enemigo”. El socialista FFS decidió participar en estos comicios y ratificó su implantación en Cabilia.
En Túnez, la “troika”, con Ennahda al frente del gobierno, debe gestionar la fase transitoria y solucionar problemas como la inseguridad, la agitación social, la ralentización económica, la subida de los precios y la falta de visibilidad política.
Siria, por su parte, sigue sumida en una espiral de violencia. Las terribles matanzas de carácter sectario parecen acrecentarse. La diversidad de sus grupos étnicos y religiosos, la disparidad entre mundo urbano y rural y la renuencia de sus élites urbanas a compartir el poder, fomentan el enfrentamiento cada vez más violento entre facciones y grupos sociales.
En el ámbito económico, Afkar/Ideas 34 se ocupa de la agricultura urbana y de la economía verde, con Túnez como protagonista. Con el objetivo de combatir la pobreza latente en la orilla sur del Mediterráneo, se han desarrollado herramientas para fomentar la creación de una agricultura urbana y periurbana que facilite la integración de la sociedad rural en la ciudad. A través de estos proyectos se busca una mejor aclimatación ante los cambios producidos por el calentamiento global en Túnez, cuyas características geofísicas favorecen la adaptación a un modelo económico que compagine sosteniblemente el crecimiento y el desarrollo con la normalización climática.
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