Tras la revolución, los islamistas llegaron al poder en Túnez y Egipto. Una vez en el gobierno se enfrentan a retos relacionados con sus estructuras y estrategias, mientras la revolución continúa, aunque de formas distintas. #Afkar37 analiza el dilema de estos partidos, atrapados entre dos opciones: aferrarse a las políticas identitarias o abandonarlas y centrarse en los debates sobre políticas reales.
En ambos casos, parece que el fenómeno del islamismo tal y como lo conocemos no durará mucho. Al igual que el ascenso del islamismo fue resultado inevitable de la “primavera árabe”, la oleada de protestas continua hace que su trascendencia y la aparición de formas más sofisticadas de activismo político movido por la religión sean inevitables.
Al mismo tiempo ha irrumpido en política el salafismo, que históricamente había hecho gala de desasimiento político. En Túnez, los salafistas mantienen el activismo radical violento prerrevolucionario y suponen una amenaza para la transición; en Egipto, se debaten entre la integración en el islamismo del sistema en curso o la independencia opositora en un marco democrático.
Además, los partidos islamistas gobernantes deben hacer frente a la cuestión de la seguridad. La reforma del sector es clave para la democratización.
Por su parte, dos países han celebrado elecciones: en Jordania, el rey ha logrado dar al proceso político una apariencia de cambio y de reforma, debilitando a la oposición y ayudando a los islamistas moderados. En Israel, la victoria de Netanyahu no ha sorprendido. Su segundo mandato estará condicionado por las reivindicaciones socio-económicas. #Afkar37 analiza ambos escenarios, que navegan entre la estabilidad y la incertidumbre.
En cuanto al conflicto de Malí y sus repercusiones sobre Argelia, la crisis ha agravado la sensación de cerco argelina. No parece, sin embargo, que el norte de Malí se vaya a convertir en una especie de Afganistán. Francia, por su parte, debería africanizar la seguridad y multilateralizar la formación militar lo antes posible.
Ante este panorama, la UE sigue sin tener una visión estratégica clara. Las acciones bilaterales de los Estados miembros en materia de seguridad y defensa y la maraña de documentos han desdibujado la revisión estratégica de las relaciones euromediterráneas. En España, el cambio de gobierno no ha supuesto un giro radical en la política hacia el Mediterráneo. El desafío ahora es hacer frente a una región políticamente más plural e inestable y en la que Europa ha visto disminuida su influencia.
Tras su llegada al poder, los islamistas se enfrentan al reto de responder a las expectativas de mejora de las condiciones de vida de la población. Por ahora no proponen un cambio radical; creen que serán capaces de gestionar mejor la economía persiguiendo políticas de buena gobernanza. Todos dan prioridad a las consideraciones ético-morales, al contemplar la economía como una parte de un orden islámico más amplio. Pero por el momento, ningún partido islamista ha presentado un programa global e integrado que pueda realmente transformar las economías de estos países. En cuanto a su relación con los sindicatos, la situación no parece haber cambiado con respecto a los regímenes anteriores.
En el plano cultural, #Afkar37 estudia la amplia corriente de artistas que están impulsando todo tipo de proyectos novedosos, desde músicas a libros ilustrados, dibujos animados, grafitis… en el mundo árabe. Estos artistas son el reflejo de una nueva generación de jóvenes bien formados técnicamente, de gran creatividad y con influencias muy variadas. Entre estos artistas se encuentran los dibujantes de cómic, que ha vivido un florecimiento de producciones arriesgadas de gran calidad.
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