En septiembre de 2021, los gobiernos de Australia, Estados Unidos y el Reino Unido anunciaban la creación de AUKUS, una alianza de seguridad reforzada destinada a fortalecer el orden internacional basado en normas en el Indo-Pacífico. Aunque el objetivo no se especificó inicialmente, estaba claro que AUKUS se formaba para contrarrestar el crecimiento percibido de la influencia china en la región.
La política de seguridad antinuclear de Nueva Zelanda descarta cualquier participación en el Pilar I de AUKUS, que implicaría la entrega de submarinos de propulsión nuclear a Australia. Pero el Pilar II prevé el intercambio de tecnologías de defensa de vanguardia en ámbitos como la inteligencia artificial, los misiles hipersónicos y la guerra cibernética. En marzo de 2023, la administración de Joe Biden dejó ver que la puerta estaba abierta a las conversaciones sobre la incorporación de Nueva Zelanda al Pilar II.
Desde entonces, los gobiernos anterior y actual de Nueva Zelanda han mantenido conversaciones con los miembros de AUKUS para “sopesar los beneficios y costes económicos y de seguridad de cualquier decisión” sobre si la adhesión al Pilar II redundaría en el interés nacional. El enfoque de Wellington parece basarse en la suposición de que compartir tecnología con sus aliados está desvinculado del objetivo general de AUKUS de disuadir a China, el mayor socio comercial de Nueva Zelanda.
Mientras que el anterior gobierno laborista estaba dispuesto a explorar esta opción, la actual coalición liderada por el Partido Nacional ha vinculado con entusiasmo la participación en el Pilar II a un objetivo más amplio de alinearse más estrechamente con los “socios tradicionales”. El ministro de Asuntos Exteriores, Winston Peters, ha declarado que existen “poderosas razones” para que Nueva Zelanda participe en acuerdos de seguridad como AUKUS “cuando todas las partes lo consideren apropiado”.
En un documento informativo del gobierno neozelandés, publicado en virtud de la Ley de Información Oficial, se afirma que el Pilar II de AUKUS “presenta importantes oportunidades de capacidad como implicaciones más amplias de interoperabilidad” para el país.
El debate hasta el momento se han centrado en tecnologías como la inteligencia artificial y la tecnología espacial, un campo en el que Nueva Zelanda ha surgido como un actor significativo. En la base de esta inclinación hacia la alianza pacífica se encuentra la valoración de Peters de que la situación de la seguridad internacional es ahora “la peor que nadie que trabaje en política o asuntos exteriores pueda recordar”, implicando que Nueva Zelanda necesita ahora buscar refugio en sus aliados tradicionales.
El embajador chino en Nueva Zelanda, Wang Xiaolong, ha admitido que la relación bilateral se encuentra en una “coyuntura crítica”, pero insiste en que “China no es una amenaza para Nueva Zelanda, sino que, como han señalado tanto el primer ministro Christopher Luxon como el ministro de Comercio, Todd McClay, China representa para Nueva Zelanda una oportunidad y un socio mutuamente beneficioso”.
China tiene serias dudas sobre la posibilidad de que Nueva Zelanda se una al segundo pilar de AUKUS. Entre ellas, la convicción de que AUKUS es una alianza militar de base nuclear diseñada para mantener la hegemonía estadounidense y que el único propósito de su segundo pilar es servir y apoyar la cooperación militar relacionada con la energía nuclear en el marco del primer pilar.
Si bien los anteriores gobiernos liderados por los laboristas desde 2017 se relacionaron con Pekín de una manera diferente a los aliados de Nueva Zelanda, se han incrementado los recelos sobre el sistema autoritario de China y su creciente asertividad internacional. El Gobierno de Jacinda Ardern, que emitió en 2018 una declaración de política de defensa estratégica en la que identificaba a China como una amenaza para el orden internacional, aprobó a finales de 2019 una ley que prohibía todas las donaciones extranjeras superiores a 50 dólares neozelandeses a actores políticos nacionales, en una medida para limitar la influencia china, y condenó el pacto de seguridad entre China y las Islas Salomón de 2022.
Durante el breve mandato de Chris Hipkins como primer ministro, se hizo pública una serie de documentos sobre seguridad nacional y política de defensa que confirmaban el endurecimiento de la percepción neozelandesa de la amenaza china. Peters afirmó que “China es un socio económico vital para Nueva Zelanda”, pero añadió que sus “sistemas políticos divergen de manera significativa y no es de extrañar que esto dé lugar a diferencias de opinión”.
El primer ministro, Christopher Luxon, y el ministro Todd McClay, han indicado públicamente que no esperarían una reacción hostil de Pekín si el gobierno de coalición liderado por el Partido Nacional acabara adhiriéndose al Pilar II de AUKUS. Queda por ver si esta confianza está justificada, pero la toma de decisiones de Nueva Zelanda dependerá también de si comparte plenamente la opinión de que China constituye la principal amenaza para el orden internacional existente –aunque Australia puede estar asistiendo ahora a una reacción en contra de esta perspectiva.
Muchos neozelandeses aceptan que el mundo se ha vuelto más complejo y desafiante, pero el gobierno actual puede encontrar dificultades en atribuir esto a Pekín y en alcanzar consensos en la política interna. Aparte de las posibles consecuencias económicas de esta medida, los críticos señalan que la firmeza de China es solo una de las muchas amenazas que se ciernen sobre el sistema multilateral del que dependen Nueva Zelanda y muchas otras potencias medias.
Estas amenazas incluyen la disfuncionalidad del Consejo de Seguridad de la ONU, la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el excepcionalismo de Estados Unidos, así como un creciente abanico de problemas como el cambio climático, las pandemias y el terrorismo transnacional, que no pueden arreglarse con pactos de seguridad como el AUKUS.
Existen, por otro lado, alternativas al Pilar II para reforzar la seguridad nacional de Nueva Zelanda. El gobierno de coalición liderado por el Partido National podría poner fin a décadas de baja inversión en defensa aumentando el gasto hasta al menos el 1,7% del PIB y, en su lugar, centrarse en reforzar los lazos de seguridad con su aliado más cercano, Australia.
Artículo traducido del inglés de la web de East Asia Forum.