El 11 de septiembre de 2012 un ataque terrorista acabó con la vida de cuatro diplomáticos de Estados Unidos en el consulado de Bengasi (Libia). Los republicanos han convertido los fallos cometidos en aquel episodio en estandarte contra Hillary Clinton con ayuda de unos medios conservadores que reverberan constantemente el incidente.
En un primer momento la administración Obama y en particular la embajadora de EE UU ante la ONU, Susan Rice, relacionaron el ataque con la ira espontánea suscitada por un vídeo antimusulmán publicado aquellos días en Internet (ahora retirado de YouTube). Sin embargo, seis semanas tras el asalto unos emails filtrados demostraban que la Casa Blanca fue advertida rápidamente de que se trataba de una operación planificada del grupo terrorista Ansar-al-Sharia. El argumentario que le prepararon a Rice, se supo también, había sido ampliamente retocado a partir de la información técnica facilitada por la CIA, de modo que pareciese más un episodio de violencia casual que premeditada.
Factcheck.org, un proyecto del Annenberg Public Policy Center de la Universidad de Pensilvania centrado en verificar declaraciones políticas, dispone de una cronología comentada de los acontecimientos. La página “dictamina” que la administración Obama se apresuró al citar el vídeo en relación con el ataque, que fue lenta en reconocer que era una operación premeditada y que minimizó los informes que lo advertían. Pero reconoce que no puede confirmar que la confusión generada fuese “intencional”. El martes 17 de junio se detuvo al principal implicado en el incidente. Sus supuestas declaraciones en el sentido de haber visualizado el vídeo han vuelto a reabrir el debate.
El hecho de si se trataba o no de un ataque terrorista premeditado fue para los republicanos solo el hilo del que tirar. Un informe independiente encargado por el propio departamento de Estado reconoció fallos más relevantes: la seguridad en las instalaciones libias era insuficiente, hubo mala coordinación con las autoridades sobre el terreno y algunos responsables mostraron escaso liderazgo y habilidad gestora. Varios altos cargos dimitieron. El presidente de EE UU, Barack Obama, y Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado y responsable de la seguridad de los diplomáticos, reconocieron su responsabilidad. La campaña presidencial en marcha aquellos días se enturbió, la CIA tuvo que recomponer su operativo en Libia y EE UU reforzó su base de Morón con una fuerza de reacción rápida.
Si los demócratas en el gobierno cometieron fallos, los republicanos han decidido mantener vivo ese fuego a toda costa de cara a la posible presentación de Hillary Clinton a la campaña presidencial de 2016. Han impulsado un comité investigador en una Cámara de Representantes que tienen bajo control y que probablemente haga que goteen noticias sobre este asunto en los próximos meses.
En España oímos hablar de Bengasi sobre todo por las impactantes fotografías que circularon en redes sociales de su embajador fallecido, Chris Stevens (por lo general, las víctimas norteamericanas no se ven tan expuestas en los medios). Pero –salvando las muchas distancias– la lucha enconada por relatar en términos propios la historia de aquel consulado recuerda lo sucedido aquí tras el 11-M: portavoces progresistas y conservadores rebaten hasta el más mínimo detalle de aquella tarde.
Teclee en la caja de búsqueda de Twitter la expresión “Benghazi @mmfa” (sin comillas) y comprobará la batalla que libra Media Matters for America para desmontar las embestidas contra Clinton. Este sitio web, dedicado a la “corrección de información conservadora”, ha calculado que la cobertura –se entiende que sesgada– de la Fox equivale a una campaña publicitaria a favor de los republicanos por valor de 124 millones de dólares. Ahora teclee “Benghazi @accuracyinmedia”. Obtendrá todo lo contrario. En general, la Fox se ha llevado el mayor número de críticas desde todos los flancos por su insistencia en este capítulo.
Bengasi pesa tanto en la opinión pública americana que casi hace caer a una de las mayores estrellas de la televisión, la corresponsal Lara Logan, superviviente de un ataque sexual en la plaza Tahrir de Egipto cuando cubría la caída de Hosni Mubarak. Logan emitió críticas contra la administración Obama en un reportaje elaborado para el programa 60 Minutos (CBS) a partir del testimonio de un supuesto testigo de Bengasi que posteriormente fue desacreditado como tal. La Columbia Journalism Review llamó al fallo de la CBS “una debacle”, y en las aulas de periodismo de EE UU el comportamiento de la cadena es ahora un estudio de caso negativo. La reportera pidió disculpas por el error, pero fue apartada temporalmente de la cadena. Ha vuelto recientemente para encontrar tanto Bengasi en los medios como cuando se marchó.