El 2 de diciembre fue detenido en Nigeria el rostro más joven los 100 sospechosos de pertenecer al grupo terrorista Boko Haram más buscados, según un cartel del Departamento de Relaciones Públicas del Ejército de Nigeria. Usman Modu Tella, 11 años, fue arrestado en uno de los campamentos para desplazados internos en Maiduguri, Estado de Borno. Según el propio detenido, se encontraba en el campamento para llevar a cabo un ataque suicida.
Cuando la explotación infantil se lleva al extremo, aparecen los niños soldado. El de Tella no es un caso aislado. Aunque se desconoce el número exacto, Naciones Unidas estima que hay más de 300.000 niños participando en 18 conflictos armados en el mundo.
El reclutamiento de niños menores de 15 años para su “participación activa en actividades hostiles” es considerado un crimen de guerra por la Corte Internacional de Justicia, mientras que la ONU fija en 18 la edad mínima para la participación en conflictos armados.
La principal forma de reclutamiento infantil es a través del alistamiento forzoso, pero no es la única. Muchos niños llegan a ver la guerra como su única oportunidad de supervivencia y se unen a grupos armados, estatales o no, por desesperación o venganza. En muchas ocasiones son los ejércitos los que buscan reclutar niños, atraídos por su influenciabilidad o el efecto que pueden causar en el enemigo.
Un informe realizado por Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas y Save the Children con datos de la ONU, repasa la geografía del fenómeno. Es conocido cómo en la sucesión de los conflictos armados en República Democrática del Congo han participado niños soldados, en las filas de las fuerzas gubernamentales y en el espectro de grupos rebeldes. Asimismo, los muchos años de gobierno militar represivo han dejado un triste legado en Birmania: la presencia de niños soldados tanto en el ejército nacional como en la constelación de milicias étnicas que operan en diferentes partes del país. En Yemen, Human Rights Watch (HRW) denuncia el aumento del reclutamiento y uso en combate de niños por parte de los rebeldes huzíes y otros grupos armados. Según Unicef, alrededor de un tercio de los combatientes son menores y solo entre los meses de marzo y abril de 2015 fueron reclutados 140 niños.
Amnistía Internacional denuncia que en Somalia niños y niñas menores de 15 años son reclutados sistemáticamente por los grupos islamistas armados. En Sudán del Sur, UNICEF estima que entre 15.000 y 16.000 niños fueron reclutados entre diciembre de 2013 y septiembre de 2015. Se calcula que entre 5.000 y 7.500 niños fueron reclutados en Colombia entre 1985 y 2014. En Afganistán los grupos de la oposición –incluidos los talibanes y la red Haqqani– y las fuerzas de seguridad afganas reclutaron presuntamente alrededor de 130 niños en 2013, según la ONU. La lista es larga: Irak, Líbano, Malí, Pakistán, Tailandia, Costa de Marfil, Filipinas…
Los niños soldados son un crimen presente a lo largo y ancho del mundo, sin olvidarnos del epicentro del terror en la actualidad: el Estado Islámico (EI).
Incluir niños entre sus filas permite a Daesh crear lealtades a largo plazo y perpetuar así su régimen de terror en el tiempo. En ocasiones, los incentivos para crear a partir de los niños una cantera de combatientes adheridos a su ideología son mayores que la de reclutar combatientes adultos en otros países.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, desde comienzos de 2015 más de 1.100 niños han sido reclutados por el EI. Estos, movilizados principalmente en la zona de Raqqa, la capital de facto de Daesh, pertenecen en su mayoría a la minoría yazidí y a comunidades cristianas. Aun así, también chiíes y suníes han caído victimas del terror yihadista.
El pasado julio, el Observatorio, con sede en Reino Unido, ofreció el siguiente dato: en los primeros seis meses de 2015 al menos 52 niños murieron, todos ellos menores de 16 años, pertenecientes al programa del EI llamado “los cachorros del califato”. Este programa es un plan para la reeducación y formación de niños que constituirán las futuras generaciones de adeptos a Daesh. La generación ashbal –o cachorros de león en lengua árabe– pasan por dos tipos de entrenamiento, que proporcionan una intensa formación tanto religiosa como militar, para después ser llevados a las zonas de guerra a combatir.
Además de la formación en el uso de armas mortíferas, el EI obliga a los niños a ver vídeos de decapitaciones y otras ejecuciones violentas para desensibilizarlos. Más tarde, y una vez superadas las dos etapas de la reeducación, el EI utiliza a estos niños para protagonizar esos mismos vídeos, y así aterrorizar y horrorizar al mundo entero.