Los gobiernos de coalición son la norma en los países de la Unión Europea. Le siguen los gobiernos formados por una única formación en minoría que precisan de apoyos externos. En la actualidad, solo Malta y Grecia cuentan con un ejecutivo que dispone de mayoría absoluta en el parlamento. Negociar, pactar y llegar a acuerdos se ha convertido en condición sine qua non en los cada vez más fragmentados hemiciclos de Europa.
En España, desde que irrumpieran en el Congreso nuevas formaciones en 2015, los partidos no han sabido hacer frente a una atomización a la que no estaban acostumbrados. Años de bipartidismo durante los cuales reinaban las mayorías absolutas o muy amplias parecen haber llegado a su fin. A día de hoy, España es el único país europeo que no ha tenido, en sus últimas cuatro décadas de democracia, un gobierno de coalición –hasta el bastión del bipartidismo, Malta, tuvo un gobierno de coalición en los años cincuenta–. Tras años de gobiernos débiles o en funciones y viendo la dificultad que presenta pactar gobiernos, cabe preguntarse cómo forman las alianzas de Estado otros países de la UE y qué puede España aprender de ellos. Desde la estable gran coalición alemana al gobierno portugués, monocolor pero con apoyos sólidos, pasando por Finlandia, donde ningún partido ha logrado una mayoría absoluta nunca y cuyo gobierno actual está formado por una coalición de cinco partidos, hacemos un repaso de las fórmulas elegidas por otros Estados del Viejo Continente para hacer gobernables sus parlamentos fragmentados.
Alemania: la gran coalición, consenso y estabilidad
En Alemania no ha habido ningún gobierno formado por un solo partido desde la creación de la República Federal de Alemania en 1949. Desde 2018, el cuarto mandato del gobierno de Angela Merkel –la gobernante más antigua de la UE, en el cargo desde 2005– sigue la fórmula de los anteriores: la große koalition (gran coalición). En este caso, y como ya lo hiciera en su primera y tercera legislaturas, está formado por la Unión Demócrata Cristiana junto con la Unión Social Cristiana y el Partido Socialdemócrata de Alemania. Esta unión de democristianos y socialdemócratas, pese a las amplias diferencias ideológicas, se ha demostrado estable. La receta no es nueva, ya en 1966-69 la siguieron en la RFA.
Austria: la ruptura de los grandes consensos lleva al país a la tecnocracia
Más acostumbrados a las grandes coaliciones que sus vecinos alemanes, los austriacos son gobernados hoy por un gobierno independiente y tecnócrata. Los que han sido ejemplo de diálogo y consenso entre bloques mayoritarios de centro-izquierda y centro-derecha desde la Segunda Guerra Mundial, empezaron a ver su estabilidad trastocada en 2016. La gestión de la crisis de los refugiados pasó factura a los tradicionales democristianos (ÖVP) y socialdemócratas (SPÖ) y el principal beneficiario fue la ultraderecha antiinmigración y euroescéptica de Heinz-Christian Strache: el FPÖ.
En las elecciones de 2017, los democristianos de Sebastian Kurz fueron la primera fuerza y formaron un gobierno de coalición con los ultras del FPÖ, con Strache como vicecanciller. En mayo de 2019, sin embargo, el gobierno empezó a hacer aguas con la dimisión del vicecanciller por un escándalo relacionado con turbias relaciones financieras con la oligarquía rusa. El caso, conocido como Ibizagate, salpicó al resto del partido radical y acabó por tumbar a los ministros del FPÖ. Kurz intentó salvar el ejecutivo nombrando a ministros independientes y de su propio partido, pero finalmente sucumbió a una moción de censura que hasta el FPÖ apoyó. Entonces, el presidente de la República, Alexander Van der Bellen, encargó la formación de un gobierno técnico a la presidenta del Tribunal Constitucional, Brigitte Bierlein, que lidera desde junio un ejecutivo tecnócrata y apartidista hasta las elecciones que tendrán lugar en septiembre. La situación no tiene precedentes en el hasta ahora estable Estado centroeuropeo.
Portugal: gobierno socialista con apoyos externos de izquierda
Desde la moción de censura al gobierno conservador de Pedro Passos Coelho en 2015, en su primer mes de mandato, Portugal tiene un gobierno monocolor de izquierdas. Sin embargo, el Partido Socialista de António Costa necesita el apoyo de los diputados del Bloco de Esquerda, del Partido Comunista y de los Verdes. Este atípico acuerdo –socialistas y comunistas no cooperaban desde 1976– no garantizaba un apoyo firme para toda la legislatura, ya que tanto los comunistas de Jerónimo de Sousa como los bloquistas de Catarina Martins se opusieron a ello. La llamada geringonça (artilugio) era, sin embargo, una solución constituida por acuerdos a nivel parlamentario. El gobierno socialista de Costa, que declaró en 2018: “No vamos a casarnos, pero podemos ser amigos”, tuvo que modificar algunas cuestiones como el aumento de las pensiones y del salario mínimo para contentar a sus socios. La geringonça se ha demostrado estable, agotando la legislatura. El país celebra elecciones en octubre.
Italia: todo tipo de recetas para crear gobiernos inestables
El pluralismo, las coaliciones amplias, la inestabilidad y los cambios formales al sistema marcan la democracia italiana. Un país que, pese a haber estado acostumbrado a coaliciones de gobierno de hasta cinco partidos, también lo ha estado –y lo está– a las crisis de gobierno. Desde la desaparición del Partido Comunista y la aparición de Forza Italia, liderada por Silvio de Berlusconi, en los años noventa, Roma ha visto hasta 16 gobiernos. La solución actual es insólita hasta para un país como Italia, acostumbrado a diversas recetas para formar ejecutivos. La derecha radical de la Liga y el populismo transversal del Movimiento 5 Estrellas han formado una coalición de gobierno y colocado a la cabeza al jurista independiente Giuseppe Conte. El llamado Governo del Cambiamento funciona desde 2018, pero siempre con la espada de Damocles sobre la cabeza de una ruptura prematura del acuerdo.
Grecia: la proporcionalidad reforzada y la vuelta al bipartidismo
Grecia aplica un sistema de proporcionalidad reforzada para obtener gobiernos de mayorías estables. Las leyes electorales han ido cambiando, pero en general han seguido la norma de, tras hacer un reparto proporcional, regular los votos que exceden del cociente electoral a favor del partido más votado. En la actualidad se reparten proporcionalmente 250 escaños y la prima es de 50.
Hasta la llegada al poder de Syriza de Alexis Tsipras, Grecia era un país acostumbrado a un bipartidismo tradicional dominado por Nueva Democracia (centroderecha) y el PASOK (centroizquierda). Cuando Syriza ganó las elecciones de septiembre de 2015 necesitó el apoyo de los nacionalistas de derechas de ANEL para formar un gobierno de mayoría, ya que, pese al refuerzo de la prima, se quedó a seis escaños de la mayoría absoluta. Las diferencias sobre el acuerdo para renombrar Macedonia del Norte acabaron por romper la coalición y Tsipras necesitó el apoyo de seis diputados independientes para asegurarse una ajustada mayoría absoluta para acabar la legislatura.
En las elecciones de julio de 2019, la Nueva Democracia de Kyriacos Mitsotakis se ha hecho con el gobierno sin necesidad de recurrir a pactos o a coaliciones, gracias a la prima de 50 diputados. Pese a haber obtenido cerca del 40% de los votos, el partido de centro derecha cuenta con 158 de los 300 diputados que tiene el Parlamento.
Bélgica: peculiaridades y dificultades del Parlamento más fragmentado de Europa
El belga es un caso peculiar ya que, por imperativo constitucional, el gobierno tiene que contar con el mismo número de ministros francófonos y flamencos. Esto, junto con una importante fragmentación parlamentaria, se ha traducido en la permanente necesidad de recurrir a las coaliciones para formar gobierno, muchas veces de lo más plurales. El actual ejecutivo (en funciones) del liberal Charles Michel gobierna en minoría –38 de 150 escaños– pese a estar formado por una coalición de tres partidos: los liberales francófonos, los democristianos flamencos y los liberales conservadores flamencos.
La fragmentación del sistema político en Bélgica –duplicada por comunidades lingüísticas– también se pone de manifiesto en los largos plazos que suelen necesitar para formar el ejecutivo. Para inaugurar su primer gabinete, Michael necesitó 139 días, un plazo que no es el más largo que ha vivido el pequeño Estado federal, que llegó a estar 541 días sin gobierno entre 2010 y 2011, estableciendo un récord mundial.
Dinamarca: la tradición del turnismo ideológico
Dinamarca es un Estado poco acostumbrado a los gobiernos monocolor –no tuvo ninguno entre 1982 y 2015– y con tradición de turnos de gobiernos, determinados por bloques ideológicos informales de centro-derecha y centro-izquierda. De esta manera, no es raro ver a la lista más votada en la oposición, como fue el caso de los Socialdemócratas (SD) entre 2015 y 2019. Tras las elecciones de junio, la líder del SD, Mette Frederiksen, formó un Ejecutivo formado solo por su partido pero con el apoyo externo de otras fuerzas de izquierda.
Finlandia: coalición de cinco partidos
En Finlandia también hay una larga tradición de formar gobiernos de coalición que unen a formaciones dispares. Tras la crisis del anterior ejecutivo formado en exclusiva por partidos de centro-derecha, los socialdemócratas de Antti Rinne ganaron las elecciones de abril por primera vez desde 1999. En junio vio la luz un pentapartito que incluye tanto a los verdes y a la izquierda como a los centristas Keskusta y al Partido Popular Sueco de Finlandia.
Reino Unido: pacto de gobernabilidad para hacer frente a la ausencia de mayoría absoluta
Reino Unido, como España, es un país acostumbrado al bipartidismo. Sin embargo, desde 2010 se ha visto dos veces en la situación de hung Parliament o Parlamento colgado. Theresa May accedió al cargo de primera ministra tras la dimisión de David Cameron en 2016. Después de unas elecciones anticipadas en 2017, el partido conservador perdió la mayoría absoluta y pasó a tener 318 de los 650 escaños de la House of Commons, insuficientes para gobernar. ¿La solución? Respaldó su ejecutivo con el Partido Unionista Democrático del Ulster, que tiene 10 escaños, a cambio de cesiones para los norirlandeses. Este pacto de gobernabilidad mostró su debilidad con la votación en contra de los unionistas a las propuestas de acuerdo del Brexit negociados por May.
action created