La guerra civil en Siria está dejando numerosas calamidades. La irremediable: los alrededor de 60.000 muertos, según datos de Naciones Unidas, que a comienzos de 2013 había provocado ya el conflicto. Entre las mitigables, los más de 800.000 refugiados, distribuidos entre Jordania (205.000), Líbano (179.000), Turquía (177.000), Irak (87.000) y Egipto (16.000), según los registros de Acnur. De quienes más se ha venido hablando es de los refugiados sirios en Turquía, potencia regional con un papel clave en el conflicto civil. Los alojados en Líbano, al parecer, lo están pasando peor, si cabe la comparación.
Un número similar de sirios (220.000 si contamos a los no registrados) sobreviven en condiciones “extremadamente precarias” en Líbano, según un informe de Médicos Sin Fronteras (MSF). La organización revela un deterioro de la situación en el país, sobre todo a causa de los retrasos en el proceso de registro. Sobre el papel, los sirios no tienen derecho a asistencia humanitaria si no están registrados, dejándolos, por ejemplo, fuera del reparto de vales de comida.
Según MSF, en gran parte de Líbano –la ONG opera sobre todo en el valle de Bekaa y en Trípoli– la capacidad de las comunidades de acogida de absorber refugiados ha llegado al límite. Las familias que llegaron al inicio del conflicto se están quedando sin dinero para pagar la comida y la vivienda, y no tienen acceso a cuidados médicos básicos. En 2012, MSF llevó a cabo más de 23.000 consultas en esas zonas. La situación médica se ha deteriorado en los últimos seis meses, por lo que la organización ha doblado su personal en el país, que ha pasado de 50 a 112 efectivos, la mitad equipo médico.
En el interior de Siria, MSF trabaja en tres hospitales de campaña situados en áreas del norte controladas por los grupos de la oposición armada. Los equipos médicos ofrecen ayuda médica de urgencia, quirúrgica y obstétrica. Entre junio de 2012 y enero de 2013, llevaron a cabo más de 10.000 consultas y efectuaron más de 900 intervenciones quirúrgicas.
Frente bélico
En el plano político-militar, los ecos de la acción israelí, que el 30 de enero lanzó un ataque aéreo contra objetivos militares próximos a Damasco, siguen resonando. El régimen de Bachar el Assad, cada día más acorralado, anunció represalias contra Israel. En septiembre de 2007, Israel bombardeó las instalaciones nucleares que el régimen sirio estaba construyendo con apoyo norcoreano. Hoy, envuelto en un encarnizado conflicto que libra contra fuerzas rebeldes en sus propias ciudades, las amenazas sirias de represalias contra Israel carecen de credibilidad. Las de 2007 nunca se tradujeron en hechos.
Queda por dilucidar si el objetivo fue un convoy que transportaba misiles antiaéreos sa-17 rusos, probablemente dirigidos a la milicia libanesa de Hezbolá, o las instalaciones del Centro de Investigación y Estudios Científicos sirio, que concentra los esfuerzos del régimen en el desarrollo de armas químicas y biológicas. Según los analistas, lo más probable es que se haya producido un doble golpe simultáneo con varios propósitos. Si los misiles destruidos eran realmente los SA-17, Damasco va a tener problemas para justificar ante Moscú la ruptura de su promesa de no transferir esos avanzados sistemas bélicos a Líbano.
Para más información:
Amaia Goenaga, «Elecciones 2013 en Líbano: ¿más de lo mismo?». Afkar/Ideas 36, invierno 2012-2013.
Ignacio Álvarez-Ossorio, «Consejo Nacional Sirio: crónica de un fracaso anunciado». Afkar/Ideas 36, invierno 2012-2013.
Ignacio Álvarez-Ossorio, «La vecindad conflictiva de Turquía y Siria». Política Exterior 151, enero-febrero 2013.
Médicos Sin Fronteras, «Siria: MSF pide a las partes en conflicto que respeten los centros médicos». Artículo, enero 2013.