Ante las escaramuzas militares recurrentes en torno a las islas Diaoyu/Senkaku, China y Japón han desplegado un nuevo arma: la metáfora literaria. Ambos países han recurrido recientemente a la heptalogía de Harry Potter para reivindicar su política exterior (¡accio Senkakus!). Keiichi Hayashi, embajador nipón en Reino Unido, comparó recientemente a China con Voldemort, el mago oscuro, archienemigo de Harry, y villano de la popular saga de J.K. Rowling. Era una respuesta a una acusación más extravagante si cabe: la que realizó el embajador chino Liu Xiaoming al comparar el militarismo japonés con una de las siete almas de Voldemort.
Xiaoming y Hayashi no son los primeros en descubrir las enseñanzas geopolíticas de la saga. El mérito corresponde a Iver Neumann y Daniel Nexon, autores de Harry Potter and International Relations, una introducción a la teoría de relaciones internacionales atendiendo a los postulados del mundo de Hogwarts. En vista del potencial de la heptalogía para el análisis internacional, y partiendo de la –maniquea– premisa de que China es el Voldemort de Asia, ¿qué podemos aprender sobre los vecinos y rivales de Pekín?
Estados Unidos es Dumbledore. Si Pekín es el villano, entonces Washington es el héroe. Albus Dumbledore, director de la escuela mágica de Hogwarts, es el único mago capaz de derrotar al Señor Tenebroso. ¿O no es la Séptima Flota americana la que impide que China imponga su ley en la región? Ya hemos dicho que la premisa era tendenciosa.
Taiwán es Harry Potter. “El niño que vivió” –o, en este caso, la isla. Igual que de recién nacido Harry detuvo el ascenso de Voldemort, Taiwán fue la única parte de la China de Chiang Kai-shek que resistió al maoísmo. Por eso retienen un vínculo especial. La tutela de Dumbledore es imprescindible, tanto para proteger a Harry como para salvaguardar la independencia de Taiwán.
Japón es Grindelwald. Los incondicionales de la saga recordarán a Gellert Grindelwald, el mago oscuro que sembró el terror antes que Voldemort. Grindelwald se excede, y en 1945 es derrotado por Dumbledore en un duelo espectacular. Posteriormente es encerrado en la fortaleza de Nurmengard –de etimología similar a Núremberg. A pesar de todo, se cuenta entre los muchos enemigos de Voldemort. Japón no permanece encarcelado, pero tiene las manos atadas por una constitución pacifista.
Rusia es Snape. Escurridizo y desagradable, Severus Snape, profesor de Pociones en Hogwarts, es uno de los personajes más intrigantes de la saga. Rusia echa humo tras dos décadas de ninguneo político; de forma similar, Snape es un personaje lleno de resentimiento. Bajo su ambivalencia respecto a Dumbledore late una profunda enemistad con Voldemort. Rusia parece volcada en deslavazar la política exterior estadounidense en Siria y Ucrania, pero su relación con China tampoco es fácil. Depara sorpresas.
Corea del Sur es McGonagall. Minerva McGonagall, profesora de Transformaciones en Hogwarts, es uno de los más fieles apoyos de Dumbledore. Corea del Sur alberga en la actualidad a 30.000 soldados americanos, y está presidida por una mujer casi tan intimidante como Maggie Smith, aunque no es capaz de transformarse en gato.
Corea del Norte es Bellatrix Lestrange. En palabras de la revista Empire, Bellatrix, secuaz incondicional de Voldemort, es sádica, casi demente, infantil y terroríficamente descontrolada. Triste pero acertado.
Vietnam es Regulus Black. Hermano de Sirius Black, Regulus se une a Voldemort en sus inicios. Después se desencanta e intenta destruir una de sus almas, pero muere en el intento. Durante la guerra fría Hanoi y Pekín sellaron una alianza de conveniencia, que terminó tan pronto como Vietnam invadió Camboya para acabar con el régimen de Pol Pot. China respondió invadiendo Vietnam. A diferencia de Regulus el país sobrevivió, y ahora se cuenta entre los contrapesos regionales a China.
Francia es Gilderoy Lockhart. Uno de los muchos profesores de Defensa contra las Artes Oscuras, Lockhart es un flamante, arrogante, y altisonante fraude. Mucho ruido pero pocas nueces: a la hora de la verdad se echa a temblar como un flan. Como un flanby. La verdad es que Francia se está convirtiendo en una parodia de sí misma: emisora precoz de amenazas, le falta cuajo para sostenerlas.