Las primaveras árabes están cambiando la faz política de la región del Norte de África y Oriente Próximo. Pero no sólo lo político se ve afectada, obviamente. La economía de la región también sufre los efectos de este terremoto histórico. Y cuando hablamos de economía en el Norte de África y Oriente Próximo, energía es una de las palabras clave. Además de ser importantes exportadores de hidrocarburos y ricos en recursos renovables, los países del Mediterráneo albergan corredores vitales procedentes del norte de África, golfo Pérsico, Rusia y Asia Central, así como mercados en fuerte crecimiento. La nueva situación está alterando los equilibrios geopolíticos de la energía.
Gonzalo Escribano, investigador del Real Instituto Elcano, analiza en el último número de Economía Exterior las posibles consecuencias del nuevo panorama. “La energía es neutra ante la situación –explica Escribano–, en el sentido de que tanto los procesos de transición como los de resistencia al cambio intentarán utilizar los recursos energéticos para contribuir a la viabilidad económica de dicha transición, los primeros, o para prevenirla, los segundos”.
Al hablar de las transformaciones en la zona, Escribano se refiere al posible cambio de preferencias de Arabia Saudí; a la aparición del petróleo rebelde libio; a la influencia sobre las estrategias egipcias y argelinas acerca del gas natural, o al despliegue de las energías renovables en Marruecos.
La energía líder de la región sigue siendo el petróleo. La influencia del norte de África en el mercado del crudo es crítica. Escribano pone el siguiente ejemplo: ante la pérdida del 1% de la producción mundial por la paralización de la producción libia, los mercados reaccionaron con un aumento de los precios cercano al 30%. Arabia Saudí prometió poner más crudo en el mercado para suplir la ausencia de Libia, pero hasta el momento no ha cumplido con su promesa. De hecho, su producción ha bajado.
El papel del país gobernado por el rey Abdulá es clave. “Aunque en principio no está interesado en perjudicar la recuperación económica internacional, en riesgo si el precio se sitúa por encima de los 80 dólares por barril –afirma Escribano–, puede preferir precios más altos del crudo para calmar el malestar interno y frenar el contagio de sus vecinos”. Abdulá acaba de prometer un paquete de gasto público de 130.000 millones de dólares, con lo que el precio del barril de petróleo que asegure la estabilidad presupuestaria del reino puede acercarse al listón psicológico de los 100 dólares, asegura Escribano.
En cuanto a las energías renovables, no se espera de ellas que se conviertan a corto y medio plazo en un factor geopolítico importante. “Las energías renovables son y serán durante mucho tiempo una pieza menor del sistema energético mediterráneo”, apunta Escribano. Los grandes proyectos como Desertec o Plan Solar Mediterráneo han sido recibidos con escepticismo. Las inversiones han aumentado de manera considerable, pero por el momento siguen representando una fracción reducida de las mundiales pese al potencial eólico y solar existente.
Para más información:
Gonzalo Escribano, “Nueva energía y amenazas en el Mediterráneo”. Economía Exterior núm. 57, verano 2011.