Las sanciones sin precedentes impuestas a Rusia a raíz de la invasión de Ucrania devastarán la economía rusa, pero la gravedad de estas dependerá en último término de China y de la ayuda económica que Pekín esté dispuesto a conceder a Moscú. A corto plazo, el aumento de los precios de las materias primas está sin duda impulsando las reservas de divisas de Moscú, mitigando los 1.000 millones de dólares diarios que se calcula que cuesta la guerra a Rusia. Esto significa que las sanciones occidentales, aunque draconianas, no han empujado al país presidido por Vladímir Putin al abismo económico (todavía).
Mientras tanto, China, que ha manifestado con claridad su oposición a las sanciones occidentales, sigue sin confirmar su apoyo económico y financiero a Rusia. La ambigua respuesta de Pekín ha hecho que sus instituciones financieras sigan religiosamente las sanciones impuestas por Occidente, mientras el gobierno chino anuncia el levantamiento de las restricciones a las importaciones de trigo ruso, así como inversiones en empresas rusas que puedan estar sufriendo debido a las sanciones.
Sigue existiendo una gran incertidumbre sobre el grado de preparación de China para ofrecer un apoyo inmediato a la economía rusa. Pero si suponemos que está preparada, la verdadera pregunta que hay que responder es: ¿cuánto puede hacer realmente Pekín por Moscú?
La realidad es que Rusia no puede confiar en que China compre todas las exportaciones de combustibles fósiles que ya no puede vender a Occidente, sobre todo el gas, pues la infraestructura física en forma de gasoductos que van hacia el este no está conectada todavía.
En cuanto a las sanciones financieras, la infraestructura financiera china, es decir, el sistema de pagos internacionales de China, tampoco es una solución, por una razón muy básica: sigue dependiendo de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), el sistema de mensajería global para las transacciones transfronterizas, del que las instituciones rusas han sido excluidas debido a las sanciones occidentales.
«El sistema de pagos internacionales de China no es lo suficientemente líquido como para ofrecer una alternativa clara al sistema de pagos global que los bancos rusos han estado utilizando todos estos años»
Además, aunque China estuviera dispuesta a introducir su propio sistema de comunicación interbancaria y abandonar SWIFT, el sistema de pagos internacionales de China no es lo suficientemente líquido como para ofrecer una alternativa clara al sistema de pagos global que los bancos rusos –o cualquier otro banco del mundo– han estado utilizando durante todos estos años, a saber, el Sistema de Pagos Interbancarios de la Cámara de Compensación (CHIPS).
En la misma línea, el yuan digital chino aún no ofrece transacciones transfronterizas de relevancia, ni Rusia tiene todavía un acuerdo formal para aceptar la circulación y liquidación de la moneda digital china.
Es poco probable que esta situación refleje la falta de visión de Rusia, al contrario. El Banco Central de Rusia será reacio a aceptar la amplia circulación del yuan digital como forma de compensar su falta de acceso a divisas fuertes, porque eso reduciría aún más su capacidad de gestionar los tipos de interés, dado el desplome del valor del rublo. Incluso ahora, el rublo corre el riesgo de ser sustituido por el yuan, una moneda no convertible, ya sea digital o no. La verdadera ayuda que China podría ofrecer es a través de los 90.000 millones de dólares en yuanes que Rusia tiene en el balance del Banco Popular de China (PBOC).
Pero, por desgracia para el régimen, Rusia solo puede retirar yuanes para pagar las exportaciones chinas a Rusia, no para pagar las mercancías importadas de otros lugares ni para cumplir otras obligaciones en divisas.
Si el PBOC decidiera convertir las reservas de yuanes de Rusia en divisa fuerte, eso ayudaría sin duda a la actual situación de estancamiento de Rusia, pero el riesgo de reputación de infringir potencialmente las sanciones occidentales supondría entrar en territorio desconocido para el PBOC y, por tanto, lo hace muy improbable.
Con el tiempo, China podrá apoyar con más solidez a la economía rusa a medida que se construyan nuevos gasoductos para redirigir el gas de Europa a China, y a medida que el sistema de pagos internacionales de China se convierta en una alternativa creíble al CHIPS. Pero esto es claramente más atractivo para China que para Rusia.
«Las medidas masivas llevadas a cabo por más de 300 multinacionales en Rusia llevarán a China a replantearse las ventajas y desventajas de intentar jugar a varias bandas en Ucrania»
China podría reforzar su seguridad energética al convertirse en el mayor –si no el único– importador de petróleo y gas de Rusia. En segundo lugar, los avances en la internacionalización del yuan se acelerarían sin que Pekín tuviera que renunciar a los controles de capital. En esencia, China tiene un incentivo económico para apoyar a Rusia mientras no caiga en las sanciones occidentales.
Para Rusia, sin embargo, una fuerte dependencia de la economía china y de su sistema financiero ofrece muy poca consolación si lo comparamos con seguir formando parte de la economía mundial y mantener un rublo convertible como moneda. En cuanto a Pekín, la ventaja de que Rusia se aleje más de Occidente y sea mucho más dependiente de China no lo supedita todo. De hecho, hay que contraponerlo a un riesgo que China ha subestimado claramente, a saber, acabar siendo el objetivo de las mismas sanciones que se están imponiendo a Rusia.
Durante mucho tiempo, la economía china era simplemente demasiado grande para ser ignorada, y los intentos de Pekín de castigar a países como Australia o Lituania no han recibido una respuesta explícita de los inversores occidentales. Esta vez, en el caso de Rusia, comenzamos a ver señales de que los inversores occidentales han pasado de las palabras a los hechos.
Las medidas masivas llevadas a cabo por más de 300 multinacionales en Rusia probablemente llevarán a China a replantearse las ventajas y desventajas de intentar jugar a varias bandas en la guerra en Ucrania. Las ganancias a largo plazo de acercarse a Rusia podrían no corresponder al impacto de que los inversores occidentales pierdan repentinamente el interés en China.
Artículo publicado originalmente en inglés en Bruegel y Nikkei Asia.