Tiempos convulsos en la política europea. También (o especialmente) para la política exterior. El impacto del Brexit y los problemas del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) nublan la presentación de la Estrategia Global de política exterior de la Unión Europea que realiza Federica Mogherini, Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en la reunión del Consejo Europeo, celebrada el 28 y 29 de junio.
El documento hace un llamamiento a la convergencia en materia de defensa y el desarrollo de los principios de asistencia mutua entre los Estados miembros (activado por primera en noviembre de 2015, tras lo atentados de París). Incide en la necesidad de “profundizar” en la relación con la OTAN al tiempo que la UE desarrolla la capacidad de “actuar de forma autónoma cuando sea necesario”. Una posición que no hubiese entusiasmado a Reino Unido, partidario de realizar la coordinación en defensa a través de la OTAN, y que por eso no se ha hecho saber hasta después de la celebración del referéndum británico.
La publicación del documento coincide, sin embargo, con un contexto poco favorable a sur recepción. El Brexit y sus consecuencias dominan la agenda europea. A ello se suman los problemas a los que se enfrenta Mogherini, en el cargo desde noviembre de 2014. Como señala Politico en un artículo reciente, la socialista italiana se enfrente a problemas dentro del SEAE, el incipiente cuerpo diplomático de la UE.
El motivo del revuelo son dos dimisiones de miembros destacados del equipo de Mogherini. El francés Alain Le Roy, secretario general del SEAE y número dos de la Alta Representante, dimitió el 15 de junio alegando “motivos personales”. Según Politico, su marcha podría estar relacionada con el papel secundario al que Mogherini le ha relegado. Stefano Manservisi, jefe de gabinete de Mogherini, abandonó su cargo en mayo. A mediados de junio dimitió también Hansjörg Haber, jefe de la delegación de la UE en Ankara, por sus críticas al acuerdo sobre refugiados alcanzado con Turquía. Los defensores de Mogherini sostienen que las dimisiones de Manservisi y Le Roy responden a la evolución de la propia Alta Representante, que actualmente no depende de su tutelaje y quiere desarrollar una línea propia al frente de la política exterior europea.
Mogherini ha realizado contribuciones diplomáticas importantes en Libia y, especialmente, las negociaciones con Irán. El problema tiene menos que ver con su gestión como con el papel del propio SEAE. Con 3.827 diplomáticos, funcionarios y asesores, delegaciones en 139 países y un presupuesto anual de 500 millones de euros, el SEAE aún debe definir cuál es exactamente su papel en la política exterior europea. Su actual ambigüedad se refleja en la web oficial de la UE, donde se enuncia que su “función” es gestionar “las relaciones diplomáticas de la UE” y dirigir “la política exterior y de seguridad de la UE”, pero su “objetivo” es “hacer la política exterior de la UE más coherente y eficaz”. Efectivamente, no está claro si la labor de la SEAE es dirigir una política exterior europea común o coordinar y reconciliar diferentes políticas exteriores.
Por el momento, la segunda definición es la más cercana a la realidad. Aunque existe una importante labor de coordinación entre diferentes ministerios de Exteriores europeos, la política exterior de la UE la siguen dictando las decisiones que toman cada uno de sus Estados miembros. “Solo el peso combinado de una verdadera unión tiene el potencial de garantizar seguridad, prosperidad y educación a sus ciudadanos y marcar una diferencia positiva en el mundo”, advierte la Estrategia Global de Mogherini. Queda por ver si la actual reunión y la cumbre de la OTAN en Varsovia, que se celebrará el 8 y 9 de julio, producen una respuesta a este reto.