Los BRICS forman un frente común

 |  12 de mayo de 2014

Cuando Jim O’Neill encajó a Brasil, Rusia, India y China en un mismo acrónimo (BRICS, al que después de unió Suráfrica), lo hizo para presentar a los inversores de Goldman Sachs un producto atractivo en el que invertir. Lo que tal vez no esperaba era generar una verdadera cohesión política entre las principales economías emergentes. Trece años después de la invención del término, los BRICS mantienen la vocación de formar un frente común.

En el plano económico, los BRICS están dejando de ser un valor en alza. China se acaba de convertir en la mayor economía del mundo, en términos de capacidad adquisitiva. Pero aunque el milagro económico chino ha tenido importantes repercusiones a escala global, se espera que el país entre en un periodo de crecimiento más moderado, centrándose en consolidar los logros de las últimas décadas. Los mercados rusos se desploman desde que Vladímir Putin lanzó su órdago en Crimea. Brasil, que este verano será anfitrión de un Mundial de Fútbol que la mayoría de sus ciudadanos no desea, también ha experimentado un aumento de protestas callejeras y unas perspectivas de crecimiento menguantes. India, actualmente votando a un nuevo primer ministro, también permanece estancada. Tampoco Suráfrica logra atenerse a sus predicciones de crecimiento. Ante su supuesto pinchazo, los BRICS parecen estar siendo desbancados por un nuevo acrónimo de emergentes: los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía).

Los BRICS, a pesar de todo, mantienen su cohesión: no tanto como líderes del crecimiento global, sino como revisionistas del actual sistema internacional, que consideran escorado a favor de Europa y Estados Unidos. Esta posición ha quedado recalcada durante la anexión rusa de Crimea, apoyada por los demás BRICS en la Asamblea General de la ONU (los cuatro se abstuvieron de la votación que condenaba el referéndum de secesión). La posición no está exenta de incoherencia: China, India, Brasil y Suráfrica lidian con secesionistas dentro de sus fronteras, y de cara al exterior fingen un compromiso férreo con la soberanía nacional. Este compromiso se ve socavado por su apoyo tácito a la posición rusa en Crimea. Su postura no está motivada por una sintonía genuina con Rusia, sino por el deseo de oponerse a la política exterior de Washington y Bruselas.

En este contexto, la petición de crear un banco de desarrollo de los BRICS, propuesta en marzo de 2013, supone otro intento de construir alternativas a instituciones existentes, en este caso, el Fondo Monetario Internacional. De crearse, el banco competiría con el FMI por influenciar países en vías de desarrollo. La propuesta, que O’Neill evaluó con cierto escepticismo, será retomada en durante la Sexta Cumbre BRICS. El encuentro se celebrará este julio en Brasil.

A pesar de haber mostrado un frente común durante la crisis en Ucrania, los BRICS permanecen divididos. La marina india, que hace poco realizó sus primeros ejercicios navales con la Armada del Ejército Popular de Liberación, mantiene tensiones en una región en la que Delhi y Pekín compiten por influencia. El acercamiento entre Vietnam y Rusia tampoco cuenta con el visto bueno de China. Suráfrica ha mostrado alarma ante la magnitud de las inversiones chinas en África. Lo que todo esto demuestra es que tras la popularidad de los emergentes se encuentra un fenómeno más importante: el auge sin precedentes de China, cuya economía es mayor que la del resto de los BRICS juntos. Aunque la crisis entre Ucrania y Rusia centra la atención en Moscú, el verdadero protagonista tras el auge de los BRICS es Pekín.

 

 

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