Argentina celebrará elecciones legislativas el 22 de octubre que renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. El 13 de agosto se realizaron las primarias abiertas simultáneas y obligatorias que definieron las candidaturas y los partidos habilitados para competir en octubre. Los resultados favorecieron a Cambiemos –la fuerza política del gobierno–, el peronismo salió dividido, reflejando su actual situación, y la batalla más importante se libró en el principal distrito del país: la provincia de Buenos Aires. Allí hubo un levísimo triunfo de Cristina Fernández de Kirchner por el 0,20% de los sufragios sobre Esteban Bullrich, candidato de Cambiemos.
Un paso importante de Cambiemos fue estar presente en todos los distritos del país, convirtiéndose en la única fuerza política organizada con identidad clara que compite en todo el territorio nacional. Los resultados muestran dos polos: Cambiemos y los diferentes peronismos. En la provincia de Buenos Aires, Fernández estuvo por debajo de las expectativas generadas por las encuestas. Florencio Randazzo no superó los resultados esperados. Y hubo un retroceso para el espacio de Sergio Massa, víctima de un juego de polarización impuesto en la campaña. Probablemente las encuestas que mostraban a una Fernández ampliamente triunfadora en la provincia haya facilitado la migración de votantes.
El oficialismo mejoró los resultados obtenidos hace dos años en 20 distritos. Triunfó en diez y en cuatro de ellos gobernados por el peronismo: Córdoba, San Luis, Entre Ríos y Santa Cruz. Su avance electoral fue notable en San Luis e importante en San Juan, Entre Ríos y Córdoba. En la ciudad de Buenos Aires, Lilita Carrió tuvo un récord al superar el 49% de los votos. Daniel Filmus situó al peronismo como segunda fuerza y Martín Lousteau no pudo repetir los buenos resultados de las elecciones de 2015. Quizá su imagen entre oficialista y opositor haya desubicado al electorado. Tampoco el cargo que aceptó del oficialismo –embajador en Estados Unidos–, que lo alejó del país durante más de un año, fue una buena opción para su candidatura.
¿Cómo es el clima político y el contexto que rodea a las próximas elecciones de octubre? Uno de los hechos a destacar es la desaparición del ciudadano Santiago Maldonado, en el sur del país y, supuestamente, en una acción de defensa de los derechos del pueblo originario mapuche. La desaparición de Maldonado reactualizó cuestiones que se desplazan periódicamente desde los márgenes al centro de la vida de los argentinos. Tras una primera versión sobre el posible involucramiento de la Gendarmería, la ministra de Seguridad negó cualquier relación de la fuerza con los eventos. Ahora y ante la presencia de algunas pruebas en el juicio, la posición del gobierno ha virado y distingue entre el comportamiento de la Gendarmería y el posible exceso de alguno de sus miembros. La actuación de la justicia también ha sido controvertida y, sobre todo, se repiten irregularidades como su lentitud y su falta de idoneidad para esclarecer los casos. El juez que intervino en la investigación ha sido apartado por la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia.
El 1 de septiembre se cumplió un mes de la desaparición de Maldonado y se convocó una multitudinaria marcha hacia Plaza de Mayo que culminó con actos de violencia en los alrededores y en otros puntos del interior. El gobierno se apresuró a responsabilizar a las huestes kirchneristas. Por su parte, el kirchnerismo ha encontrado en el caso Maldonado un nuevo argumento electoralista. Es esperable que todos los meses se repitan las marchas reclamando la aparición con vida de Maldonado.
Otro hecho importante es la recuperación de algunos sectores de la economía. Aunque el repunte no es general, se percibe una diferencia respecto de 2016 y principios de 2017, especialmente en términos macroeconómicos. La cuestión es que esta incipiente pero clara mejora no se traduce en los bolsillos de los sectores más vulnerables de la población. En Argentina la política aniquiló los ciclos económicos más prometedores.
Ante las elecciones del 22 de octubre, el futuro del peronismo parece pasar hoy por la situación de Fernández. La situación procesal de la expresidenta es cada vez más comprometida frente el avance de la justicia en numerosas causas. ¿Es Fernández la pieza de triunfo del peronismo a medio plazo o un obstáculo para su recuperación tras la derrota de 2015? La expresidenta es la política opositora que más votos ha obtenido en las primarias y la candidata del espacio peronista como mayor adhesión popular. Pero es también resistida por gran parte de los dirigentes peronistas, para quienes el futuro no está en ella. El peronismo necesita de sus votos, pero Fernández tiene un techo electoral. Por tanto, más que una solución es parte esencial del problema. Si las elecciones presidenciales fueran hoy, obtendría un buen resultado, pero nunca podría vencer en una segunda vuelta al presidente, Mauricio Macri, u otro candidato oficialista, como María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires.
¿Por qué reapareció la figura de la expresidenta? La opción del gobierno por la polarización fue lo que trajo de nuevo al ruedo a una política que parecía estar para cuarteles de invierno. Cabe esperar que volverá al Senado con su discurso encendido y que alimentará una hoguera que el propio oficialismo se encargó de fomentar. Si el kirchnerismo hizo de la alquimia entre política y corrupción su sello estelar, el macrismo hace política con el discurso de la corrupción kirchnerista. Y son los episodios de corrupción en manos de la justicia los que encajan en favor de las oportunidades electorales del gobierno. Estas semanas, no solo la expresidenta visita regularmente los tribunales, también otras figuras como el exvicepresidente Amado Boudou por la causa Ciccone o el exministro de Obras Públicas, Julio De Vido, acusado por las 51 muertes en accidente ferroviario de Once. Y siguiendo en el ámbito de los tribunales, no hay que olvidar que una nueva prueba de expertos de la Gendarmería indica que al fiscal Alberto Nisman lo asesinaron.
Entre tanto, el Congreso se encuentra en reposo. El calendario electoral siempre ha condicionado el ritmo de trabajo del legislativo, pero este año la inoperancia está siendo enorme. Y la justicia no encuentra un ritmo propio, ajeno a los avatares y tiempos políticos. Le cuesta investigar y aplicar la ley. Politización de la justicia y judicialización de la política se han convertido en un embrollo donde todo puede ser tildado de oportunista y endeble. Respecto al “cuarto poder”, cuesta encontrar periodistas que no se alineen con el gobierno o con la oposición, ofrenciendo una opinión sesgada que recorta la realidad desde el prisma de la subjetividad o el crudo interés.
El espectáculo más fascinante en estos tiempos electorales y pensando en términos de una democracia que se precie, es la ausencia de debate y de proyectos. La oposición está huérfana incluso de consignas, salvo la de parar un ajuste económico que cobraría peso a partir de octubre. El gobierno, que ha adelantado reformas en materia laboral, previsional e impositiva, no promueve un debate amplio o que, al menos, informe a la población. La desproporción de las posiciones complementa el paisaje de contrastes. El kirchnerismo y el resto de la oposición asimilan al gobierno con la dictadura. Y el macrismo parece mirar y transmitir la realidad en versión edulcorada. Desvaríos de un país que da vueltas y parece estar siempre en el mismo lugar.
Las encuestas adelantan que no se modificarán sustancialmente los resultados de las primarias. Cambiemos será la fuerza más votada del país. En la provincia de Buenos Aires es probable que los candidatos a senadores del oficialismo también se impongan sobre el Frente Ciudadano que lleva como candidatos a CFK y al exministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana. En este distrito empeorarían sus resultados Massa y Randazzo, pues solo logran senadores las dos fuerzas más votadas. Este panorama es suficiente para dar forma a la vida política de Argentina en los próximos dos años. Terminadas las elecciones del 22 de octubre el oficialismo comenzará a pergeñar la reelección del presidente Macri y el peronismo no podrá postergar más una lucha interna imposible de ser solapada.