tiempo diplomático

Tiempo diplomático, de Manuel Montobbio. Editorial Icaria. Barcelona, 2012. 120 págs. 14 euros.

¿Qué es la diplomacia? ¿Ciencia o arte? ¿Qué es un diplomático y para qué sirve? ¿Cuáles son sus características y funciones esenciales? ¿Y sus tiempos? Para responder a tales preguntas, que tantos podemos habernos hecho alguna vez, Manuel Montobbio nos invita en Tiempo diplomático a vivir, como si fuera un viaje en barco, un destino diplomático en sus diferentes etapas. De la mano de ese hilo argumental recibimos la notificación de un destino y empezamos a aproximarnos y prepararnos para él, desde los aspectos logísticos a los contactos con los interlocutores de la España con él relacionada antes de partir. Llegamos a un lugar en que ya no somos sólo nosotros, sino la España que representamos a través del cargo que figura en la tarjeta de visita que vamos entregando en el despliegue de nuestra presentación como nuevo actor que lo encarna; y, a medida que a cambio se nos va llenando el tarjetero, vamos conociendo poco a poco un mundo que se va haciendo nuestro, fijando objetivos, horizontes y rumbo hacia el que navegar, hasta que pueda llegar un punto en que, mar adentro, ese mundo pudiera parecer nuestro mundo, lo antes extraño normal. Y recibimos la orden de volver a puerto, reflexionamos sobre lo conseguido y por conseguir, preparamos nuestra despedida y salimos de escena. Y sentimos que nos vamos transformados con es ese mundo metido dentro de la persona que sigue tras el personaje.

Pues Tiempo diplomático no es sólo un viaje por un destino diplomático, una reflexión sobre la diplomacia y su sentido; sino también sobre la vida y la relación con el otro. Y lo es en buena medida por esa combinación de pensamiento y acción, de ensayo y relato, de conceptualización y transmisión de la experiencia de sus destinos diplomáticos en El Salvador, Indonesia, México, Guatemala y Albania con que el autor va ilustrando su reflexión, haciéndonos vivir el viaje y el qué y el para qué del quehacer diplomático. Que le da la credibilidad, la cercanía y la universalidad de lo humano.

Ese qué, esa esencia de la labor del diplomático, no radica sólo en el contenido de lo que hace, sino en el cómo y el para qué lo hace, sus funciones que, una vez en rumbo, nos explica en un alto en camino: las tradicionales de representar –y estar presente–, informar y negociar; a las que añade, en una original elaboración, las de catalizar y “traducir mundos”.

Finaliza el libro, concluido el viaje, con un último capítulo sobre el diplomático en el tiempo, que nos ofrece una aproximación a su trayectoria profesional a través de los tiempos o destinos diplomáticos que va desempeñando o viviendo a lo largo de su carrera diplomática, y con ello a la Carrera Diplomática. Pone así en perspectiva el itinerario recorrido en el contexto más amplio de la trayectoria profesional del diplomático desde su ingreso en ésta hasta su jubilación.

Tiempo diplomático llena un vacío y responde a las preguntas que plantea en su inicio. Pues contábamos hasta ahora con memorias de diplomáticos, o trabajos académicos o periodísticos que nos ayudaban a responderlas. Pero nos faltaba este repaso leve y profundo, ágil e intenso de ese migrante global que es el diplomático; esta sistematización y esta síntesis de la experiencia a la reflexión y conceptualización. De dentro hacia fuera. Es por ello una lectura obligada para todo aquel interesado en la vida diplomática y su tiempo, y en general por nuestro mundo y nuestro tiempo y por la experiencia humana. Y es sobre todo una lectura agradable, amena, absorbente; un viaje que difícilmente dejará de concluir quien se adentre en sus páginas.