¿ha tocado fondo la socialdemocracia?

El declive de la socialdemocracia, de José V. Sevilla. RBA Libros. Barcelona, 2011. 736 págs. 26 euros.

La esquela del neoliberalismo salió a imprenta demasiado pronto. No sabemos exactamente con cuánta premura. Lo que sí sabemos es que en septiembre de 2008 la hora fatal del neoliberalismo todavía no había llegado. En el tramo final de 2011, algunos siguen esperando. Como expresó Warren Buffet, inversor estadounidense y uno de los hombres más ricos e influyentes del mundo: “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la de los ricos, la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos”.

Tras la quiebra de Lehman Brothers muchos pensaron, en efecto, que el final de treinta años de políticas neoliberales había llegado. En realidad, tres años después, lo que los hechos ponen de manifiesto es la consumación del proceso de declive de la socialdemocracia.

“El periplo de la socialdemocracia puede verse como la historia de una doble ilusión –explica José V. Sevilla—. La ilusión de que el capitalismo pudiera poner su enorme capacidad productiva al servicio de todos los ciudadanos, y la ilusión también, de que las luchas revolucionarias contra el capitalismo pudieran devenir en actividad política encauzada a través de instituciones democráticas”.

El estudio del proceso de declive de la socialdemocracia, desde la crisis de los años setenta hasta hoy, resulta de gran utilidad para entender las causas de la crisis y la razón de las políticas instrumentadas, también por gobiernos socialdemócratas. Los mismos bancos que habían sido el detonante de la crisis y que habían tenido que ser rescatados con fondos públicos se opusieron a las propuestas de reforma del sistema financiero. Asimismo, presionaron a los gobiernos para que abandonaran sus políticas expansivas y se dedicaran a reducir rápidamente sus déficit que, en buna medida, eran consecuencia de la propia crisis.

Este cambio de políticas no es un accidente ni tampoco una improvisación por las circunstancias, afirma Sevilla. “En realidad, constituye la conclusión de un proceso de declive de la socialdemocracia iniciado en los años ochenta del siglo pasado”, sentencia.