Cuatro días después de recibir el Premio Nobel de la Paz, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf (72 años), se juega la reelección. Las elecciones presidenciales del 11 de octubre son las segundas celebradas en un contexto de paz tras el final, en 2003, de una guerra civil que duró 14 años. Pese a los avances, Liberia sigue siendo uno de los países menos desarrollados del mundo y vive en una tensión política permanente que podría poner en riesgo la recuperación experimentada en los últimos cinco años.
Sirleaf se enfrenta a quince rivales, pero el verdadero competidor es Winston Tubman, candidato del Congreso por el Cambio Democrático (CDC, en inglés). Aunque la reelección se da por garantizada, la campaña se ha vivido en medio de una tensión que algunos expertos advierten podría abrir un escenario de enfrentamiento político que pusiera en riesgo los avances económicos y, sobre todo, en materia de seguridad. La popularidad de la presidenta no ha evitado que el país de África Occidental viva en una constante rivalidad política entre su multitud de partidos. En este contexto, más de 800 observadores internacionales, entre ellos 150 enviados por la Comunidad Económica de África Occidental (Ecowas, en inglés), evaluarán el proceso electoral.
En un informe publicado en agosto, el Crisis Group (ICG) señalaba que, si bien estas elecciones ofrecen una oportunidad para consolidar la paz frágil y la democracia naciente en Liberia, existen varios frentes en los que el país necesita el compromiso a largo plazo de todos los partidos políticos: mayor convicción en la lucha contra la corrupción, voluntad para transformar Liberia a través de nuevos actores políticos verdaderamente reformistas, una ayuda internacional sostenida en apoyo de esta transformación, mayor impulso al desarrollo económico y estabilidad regional, especialmente en la vecina Costa de Marfil.
En este sentido, la mayor amenaza para la estabilidad de Liberia y de sus vecinos son los graves problemas de seguridad; en concreto, la persistencia de la actividad de mercenarios y el creciente tráfico de armas. Los enfrentamientos en Costa de Marfil entre diciembre de 2010 y abril de 2011 a causa de las elecciones han agravado el problema de la inseguridad en una región tradicionalmente permeable a conflictos entre vecinos. Según el ICG, en el conflicto de Costa de Marfil cientos de guerrilleros liberianos fueron contratados como mercenarios por menos de 500 dólares.
Aparte de la inestabilidad derivada de su vecino, Liberia presenta sus propios y graves problemas de inseguridad, heredados de una guerra que se cobró la vida de 250.000 personas y desplazó dentro y fuera de sus fronteras a casi un millón (en un país de 3,5 millones de habitantes). Todavía hoy permanecen desplegados cerca de 8.000 cascos azules de la Misión de las Naciones Unidas en Liberia (UNMIL).
Entre los logros más destacados de Sirleaf desde que llegó a la presidencia en enero de 2006 está el avance económico. Los niveles de pobreza siguen estando entre los más altos del mundo y la economía es muy precaria, pero se han llevado a cabo reformas significativas que han atraído incluso la inversión extranjera. En un artículo en Política Exterior, Mark McDougall destaca el caso del sector minero, uno de los más fuertes del país. Hoy han firmado contratos Arcelor Mittal y Delta Mining Consolidated. Por otra parte, el gobierno liberiano ha renegociado con Firestone Rubber Company el contrato draconiano que tenía desde 1926, y hoy, por primera vez en sus más de 80 años de presencia en el país, la compañía estadounidense paga impuestos a la Hacienda Liberiana.
Junto al impulso económico y la reconciliación, la labor de Ellen Johnson Sirleaf ha destacado sobre todo por su defensa del indispensable papel de la mujer en el proceso de reconciliación. El Comité Noruego que concedió el 7 de octubre el Nobel de la Paz a Sirleaf –junto a la también liberiana Leymah Gbowee y la yemení Tawakul Karman– destacó su contribución «a garantizar la paz en Liberia, promover el desarrollo económico y social y reforzar la posición de las mujeres». Se estima que dos tercios de las mujeres liberianas padecieron algún tipo de agresión sexual durante la guerra y en los campos de desplazados. Los múltiples desplazamientos a causa de una década y media de guerra, la vida hacinada en los campos, la desprotección y la pobreza han tenido un gran impacto en la vida de las mujeres y los niños de Liberia. La violación se utilizó a menudo como arma de guerra por los combatientes, que secuestraban a mujeres para que cocinaran y sirvieran como esclavas sexuales. Pero también en zonas supuestamente seguras como los campos de desplazados, ir a la letrina por la noche, a recoger leña o agua o a cultivar terrenos aislados se convirtieron en actividades de máximo riesgo. Tras la inseguridad de los años de guerra, las mujeres se sienten ahora más protegidas y con perspectivas mayores. Se lamentan, sin embargo, de la falta de proyectos dedicados a ellas. Quizá el Nobel traiga el cambio verdadero, el necesario cambio para las mujeres liberianas que apoyaron a Sirleaf desde el principio y encontraron en ella una energía movilizadora para su país.
Para más información:
Áurea Moltó, «Liberia, el año de Ellen». Política Exterior 114 (noviembre-diciembre 2006)
ICG, Liberia perfil país
Council on Foreign Relations (CFR), conversación con Ellen Johnson Sirleaf