¿Cuáles son las noticias olvidadas de 2014? La lista de las sobrerrepresentadas es pavorosa: en su ranking de artículos más leídos, El País luce joyas como “El olor de la lluvia sobre la tierra seca y otras 28 cosas que no tenían nombre”, “Cómo dormir sin calor (ni aire acondicionado)”, y “Mujeres famosas, desnudas y hartas de la censura de Instagram”. Pero, ¿qué pasa con las noticias ignoradas? ¿Y las que ni siquiera llegan a ser contadas? Ante la saturación con Rusia y Ucrania, las negociaciones con Irán, y el Estado Islámico, nos apoyamos en y expandimos la lista de noticias olvidadas del Wilson Center.
1) La (otra) guerra civil en Siria. No, no la que libra el Estado Islámico contra el ejército de Irak, las milicias kurdas, y la misión liderada por Estados Unidos. Nos referimos a los intentos de Bashar el Asad de mantenerse en el poder. Aprovechando que la prensa da preferencia a la cobertura del EI y coincidiendo con el sitio de Kobani, el ejército sirio ha intentado hacerse con Alepo, la segunda mayor ciudad del país. Tampoco ha recibido la atención que merece el drama humanitario que están viviendo cientos de miles de refugiados sirios. En Política Exterior hemos abordado el tema desde una perspectiva europea.
2) Represión en Egipto. Una verdad incómoda: el régimen militar que accedió al poder en junio de 2013 lo hizo con el apoyo tácito de Occidente. Y ahora que ha resultado ser infinitamente peor que los islamistas a los que derrocó, la prensa está fracasando en su labor de informar. Los detenidos y ejecutados en Egipto se cuentan por miles. La brutalidad de Abdel Fatah al Sisi, ganador de unas elecciones esperpénticas en mayo, hace bueno incluso a Hosni Mubarak. En comparación con las críticas que recibe Recep Tayyip Erdogan por su deriva autoritaria en Turquía, el régimen egipcio está consiguiendo reprimir con impunidad.
3) Libia. Libia es un Estado fallido. El gobierno se ha exiliado en Tobruk, mientras que Benghazi y Trípoli permanecen en manos de islamistas. Militantes afines al EI han tomado varias ciudades y las fuerzas aéreas de Egipto y los Emiratos Árabes han bombardeado el este del país. La inestabilidad ha interferido con la producción de petróleo. Nada de esto debiera haber ocurrido tras la misión de la OTAN en 2011, tan celebrada como ejemplo de intervención humanitaria responsable. En comparación con el triunfalismo de hace tres años, el silencio ante el colapso de Libia es ensordecedor.
4) El dilema de Suráfrica. Un año después de la muerte de Nelson Mandela, el balance es entristecedor: la vida en Sudáfrica, para muchos negros, es hoy más difícil que durante el apartheid. Un 10,2% de la población es portadora del VIH, el desempleo estructural ronda el 20%, y la violencia y el crimen se han disparado. EN 2012, la policía mató a 47 mineros durante una huelga en Marikana. Entre los blancos está teniendo lugar una regresión al racismo más explícito: el 47% de los opina que el sistema del apartheid no era criminal. Pero no existe, de momento, ninguna alternativa viable al Congreso Nacional Africano de Jacob Zuma.
5) El Sáhara Occidental. La lucha continua de los saharauis ni siquiera es noticia en España, donde la ocupación marroquí despierta sentimientos encontrados. En el resto del mundo, es un tema al que nadie presta atención. Marruecos, con el consentimiento de Francia y Estados Unidos, ha logrado imponer su versión de los hechos y cimentar su anexión de un territorio aún pendiente de descolonización.
6) Guerra en la República Centroafricana. La intervención militar de Francia en la RCA suscitó algo de interés a finales de 2013. Un año y una misión pacificadora de la ONU después, las matanzas entre guerrilleros cristianos y musulmanes continúan, pero la situación no es digna de titulares. A este paso, el conflicto en la RCA amenaza en seguir los pasos de las guerras de la República Democrática del Congo, tan brutales como ignoradas.
7) Auge y caída del ébola. No, el estallido no ha terminado. La OMS, Médicos sin Fronteras, la Cruz Roja y los médicos enviados por diferentes países continúan intentando frenar la epidemia en África occidental. 2014 terminará con más de 17.800 infectados –una cifra sin precedentes, pero muy por debajo de las estimaciones más catastrofistas. Tras la recuperación de Teresa Romero, sin embargo, la obsesión con el virus se ha esfumado. Es cierto que se dio un alarmismo excesivo ante las infecciones en España y Estados Unidos, pero el desinterés posterior tampoco es positivo.