lineas rojas putin
El presidente Putin pronuncia un discurso anual ante la Asamblea Federal de Rusia, el 21 de abril de 2021 en Moscú. MIKHAIL METZEL. GETTY

Las líneas rojas ocultas de Putin (por ahora)

Mientras Rusia se prepara para diferentes escenarios militares en Ucrania, Putin despliega una de sus políticas esenciales: propagar la incertidumbre.
Gwendolyn Sasse
 |  23 de abril de 2021

En su discurso sobre el estado de la nación del 21 de abril, el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió con claridad a Occidente de que no se involucre en “provocaciones” ni cruce “líneas rojas”, pues se enfrentarían a fuertes medidas de represalia. Putin no dio detalles sobre dichas líneas rojas, pero enfatizó que el Kremlin las determinaría como mejor le parezca siempre que surja la necesidad.

Como en años anteriores, el discurso sobre el estado de la nación de Putin se dirigió tanto a audiencias nacionales como internacionales. A nivel nacional, marcó la pauta para las próximas elecciones a la Duma en septiembre. El presidente abordó las consecuencias de la pandemia de coronavirus, pidió a las personas que se vacunen, habló con optimismo sobre el logro de la inmunidad colectiva para este otoño y enfatizó la importancia de la atención médica. También prometió proyectos de infraestructura en toda Rusia –por supuesto, un toque de atención a las élites regionales a cargo de asegurar el voto regional para el partido oficialista Rusia Unida– y un mayor gasto social antes de los comicios.

Su mensaje a las audiencias internacionales tampoco fue nuevo. Nadie esperaba que explicase, en última instancia, qué hay detrás de la significativa escalada militar en curso cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania y en Crimea. Pero es importante señalar qué más no dijo en su discurso. No pidió el reconocimiento de las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, lo que habría sido indicio de un plan para integrar de manera más estrecha estos territorios en Rusia. Tampoco dio más detalles sobre los planes para lograr una integración política más profunda con Bielorrusia. En contraste con la anexión de Crimea en 2014, la opinión pública rusa es más escéptica cuando se trata de los costes de la guerra del Donbás o una posible mayor participación en Bielorrusia.

En su discurso, Putin solo llegó a establecer un paralelo entre Bielorrusia y Ucrania, presentando los acontecimientos en Ucrania desde las protestas de Euromaidán en 2014 como un escenario que puede surgir a raíz de las “provocaciones” extranjeras.

 

¿Qué está pasando en Voronezh y en Crimea?

Mientras tanto, las especulaciones sobre las intenciones rusas detrás de la concentración militar a gran escala cerca de Voronezh y Crimea continúan. Las instalaciones logísticas y médicas recientemente agregadas han aumentado la preocupación de que la acción militar sea parte del plan. A diferencia de 2014, no hay nada encubierto sobre los preparativos militares de Rusia. Por el contrario, el Kremlin quiere que Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea vean claramente cuáles son sus capacidades.

El objetivo inmediato es aumentar la presión sobre el gobierno de Kiev y, en particular, sobre el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que no ha demostrado ser tan cooperativo o maleable como esperaba el Kremlin. La concentración de tropas también es una señal para la nueva administración estadounidense –que ha criticado abiertamente a Rusia e introducido un nuevo régimen de sanciones– sobre las capacidades militares de Moscú y sus intenciones no declaradas. Además, sirve para arrojar luz sobre las dificultades de la UE para formular una política eficaz y unida con respecto a Rusia.

Sin embargo, más allá de las señales y las amenazas, Rusia sin duda se ha preparado para diferentes escenarios militares. Propagar incertidumbre es una parte esencial de la política rusa.

Una vez más, la UE no ha reaccionado con rapidez con un mensaje claro al Kremlin. Además de las condenas retóricas sobre la acumulación militar, un compromiso de sanciones personales adicionales contra personas políticamente influyentes con activos financieros en el extranjero y un frenazo o al menos una moratoria en Nord Stream 2 en caso de una escalada militar están descontadas.

 

«La avalancha de reuniones propuestas por las partes en conflicto, sean realistas o no, indica que todos comprenden que la situación actual solo puede desactivarse mediante el diálogo»

 

La cuestión de un Plan de Acción para el Ingreso de Ucrania en la OTAN no es posible por el momento, ya que la falta de consenso dentro de la Alianza a favor de la adhesión es descaradamente obvia para todos, incluido Putin. Por su parte, el presidente de EEUU, Joe Biden, ha combinado nuevas sanciones en relación con la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses con una oferta para reunirse con el mandatario ruso. Al hacerlo, se adhiere a la lección aprendida de los regímenes de sanciones internacionales: tienden a funcionar mejor si van acompañados de un diálogo continuo.

En su viaje a París la semana pasada, Zelenski se reunió con el presidente francés, Emmanuel Macron, y en remoto con la canciller alemana, Angela Merkel. Zelenski pidió una nueva cumbre de Normandía, en su momento fundamental para implementar un frágil alto el fuego en el Donbás en julio de 2015. Este sería el foro natural para comprometerse con la reducción de la tensión y un nuevo alto el fuego a lo largo de la línea de contacto. Pero parece dudoso que Putin esté de acuerdo con tal reunión en estos momentos.

El Kremlin aconsejó a Zelenski que se reuniera con Putin en la línea de contacto, a lo que Zelenski respondió que no es necesario reunirse allí, ya que visita con frecuencia la línea, pero desafió a Putin a una reunión en cualquier otro lugar del “Donbás ucraniano”. Esta avalancha de reuniones propuestas, sean realistas o no, sugiere al menos una comprensión básica de que la situación actual solo puede desactivarse mediante conversaciones.

Con una concentración militar al lado y la posibilidad de una mayor escalada, la vida cotidiana de la población local en los territorios no controlados por el gobierno y la de aquellos que viven cerca de la línea de contacto en el lado controlado por Kiev, tiende a pasarse por alto. Las relaciones entre EEUU y Rusia, la UE y Rusia e incluso entre Ucrania y Rusia parecen estar muy alejadas de las realidades sobre el terreno. Los lugareños se ven obligados a tomar decisiones pragmáticas para adaptarse. Cuanto más dure la guerra, dichas decisiones pragmáticas reorientarán a los residentes locales cada vez más hacia Rusia. Para que esto suceda, Rusia no necesita una escalada militar. Sin embargo, esto último no puede descartarse.

Artículo publicado en inglés en Carnegie Europe.

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